El PSOE, de la euforia al temor

EL PSOE no acaba de cogerle el ritmo a la competición, como dirían en el fútbol. Las encuestas de l
El PSOE, de la euforia al temor
EL PSOE no acaba de cogerle el ritmo a la competición, como dirían en el fútbol. Las encuestas de los medios más progresistas le dan poco más que aliento, pero los más optimistas aún confían en eludir la catástrofe. José Luis Rodríguez Zapatero bastante hace con ser capaz de sonreír. ¿Por qué se ha desfondado tanto el PSOE, cuando hace menos de un año tenía al Partido Popular y al Gobierno contra las cuerdas? ¿Por qué puede perder ahora si ganó las municipales de mayo, aunque fuese con apuros?

Hay quien sitúa el origen de la crisis en la esperpéntica fuga de los tránsfugas de Madrid, saldada con la pérdida del Gobierno de una de las principales autonomías. Pero tiene que haber más causas.

Al PSOE le cuesta articular un discurso coherente y cuando lo consigue --en el plano social, por ejemplo-- viene el PP, le castiga con España y su destino universal, le genera contradicciones internas y vuelta a empezar.

Tampoco se le ve un equipo cohesionado. Ni claro, porque a estas alturas no se sabe muy bien quién manda: si los chicos de la ejecutiva --entre los que hay gente valiosa como Manuel Marín o Carme Chacón-- o los notables elegidos por Rodríguez Zapatero, entre los que se echa de menos a Javier Solana.

Incluso es posible que haya más tensiones internas --Bono, Vázquez, Ibarra...--, pero sobre todo hay un problema de fondo: su mensaje. Lo normal sería que el PSOE defendiese aquello en lo que cree. Sin complejos. Y no que dé volumen a sus propuestas en función del acoso al que se ve sometido por el PP, parte de cuya fuerza está en el aparato mediático, público y privado, que le hace palmas.

También se echa de menos un marcaje al Gobierno por la guerra de Irak --qué envidia de oposición y de prensa en EEUU y en Inglaterra-- y un recordatorio permanente del Prestige. A cambio, el PSOE se enreda en asuntos menores, no acaba de entenderse con la izquierda que le acompaña y cuando quiere ser de centro y muy español tropieza con que para eso ya está el PP. Pero ahí siguen mirando qué pasa millones de progresistas que la pasada primavera se asomaron de su mano a las alamedas de España.

---
*El Periódico de Catalunya.