Propinas

Un muchacho entró en una cafetería hace años y le preguntó a la camarera: -¿Cu&aa
Un muchacho entró en una cafetería hace años y le preguntó a la camarera:

-¿Cuánto cuesta un helado grande?
- 50 pesetas- contestó ella.

El niño calculó las monedas que tenía y volvió pareguntar:

-¿Y uno pequeño?

Había cola en el local y la mesera, un poco molesta, le respondió:

-35 pesetas.

El joven eligió el helado pequeño y al terminarlo, pidió la cuenta, pagó en caja y se fue. Cuando la camarera regresó para limpiar la mesa se encontró junto a la factura 15 pesetas. Era su propina.

Suena un poco a manual de autoayuda trasnochado pero la parábola es bonita ¿no? Y, además, deja clara una enseñanza: el niño de la historia ni es del PSOE ni es del BNG. Y mucho menos del PP. Si fuera del PP habría apoyado una intervención armada en la cafetería en cuestión, habría torturado a la camarera y confiscado todo el helado, eso sí, repartiendo parte del barquillo con sus amigos. Si fuera del BNG habría presentado cuatro preguntas parlamentarias sobre la incidencia de los helados en el IPC, la situación de precariedad laboral de la camarera, la ausencia de carteles en gallego en la cafetería y la revisión del estatuto de autonomía aunque sólo sea en materia de helados. Y si fuera del PSOE habría montado una comisión de investigación sobre los helados en las cafeterías para posteriormente, y a través del Ministerio de Alimentación, lanzar un paquete de medidas contra la subida del helado que horas después tendría que ser completamente modificado por el ministro de Economía.

Ojalá algún chaval como el de la parábola llegue a dirigir algún día uno de estos partidos. Alguien con ese talante generoso podría hacer que PSOE tuviese una perspectiva más abierta hacia las fuerzas progresistas del estado para fundar nuevas esperanzas en lugares como, por ejemplo, Galicia. O podría conseguir que el PP se desprenda de esa soberbia y prepotencia que todavía arrastra y que le hace mucho más daño del que cree.