Un pontífice "de la gloria del olivo"

"De la gloria del olivo". No suena mal. Es mucho peor "El buey que pace", y ya ven, aquí seguimos. "De la gloria
Un pontífice "de la gloria del olivo"
"De la gloria del olivo". No suena mal. Es mucho peor "El buey que pace", y ya ven, aquí seguimos. "De la gloria del olivo" sugiere paz, concordia, buena salud física y espiritual. No sé, es un lema para la esperanza.

Y no se crean que es esta una cuestión baladí. Acaba de fallecer un Papa enfermo, un personaje clave en el siglo XX, que ha tenido su protagonismo en la caida del comunismo, pero al que no le ha tocado vivir una etapa de paz y que deja una Iglesia a la que no tampoco podemos colgarle la divisa de la concordia.

Juan Pablo II ha sido el Papa "de la fatiga del sol" o "de los trabajos del sol", nadie sabe muy bien si porque el día que nació hubo, al parecer, un eclipse solar, o porque su duro trabajo, sus incontables viajes y sus problemas de salud le llevaron casi hasta la extenuación.

El caso es que ha fallecido y ahora toca elegir a un nuevo Papa, el número 111 desde Celestino II y, tal vez, uno de los últimos del catolicismo.

Y no es que lo diga yo, o que me lo haya contado la pitonisa Lola. Es lo que figura en las profecías de San Malaquías, un texto al que la Iglesia no le da demasiada importancia, aunque tampoco se la quita.

Para los que, como yo, antes de leer el artículo de nuestro amigo Alberto Mahía en La Voz de Galicia no habían oido hablar de San Malaquías o, aún peor, lo confundían con el profeta Malaquías que ni era santo ni nada, diremos que el mencionado religioso se llamaba Malachy O´Mongoir y nació en 1094 en el pueblo irlandés de Armagh. Fue un hombre piadoso que atendió a los enfermos y del que se cuentan alguna que otra curación milagrosa. Pero su principal característica es que era clarividente y, al parecer, durante un viaje al Vaticano tuvo una revelación, entró en trance y escribió unas profecías basadas en una lista de 112 Papas desde Celestino II. A cada pontífice le atribuyó una frase en latín que profetizaba como sería su vida o su reinado al mando de la Iglesia. Por ejemplo el número 55 de la lista corresponde a Calixto III del que dijo "Bos paces (el buey que pace)". Y resulta que la familia de este Papa tenía un escudo de armas en el cual aparece un buey paciendo en un prado... Y así hasta 112.

Según el legado de San Malaquías, quedan sólo dos papas, el 111 y otro que no aparece numerado, sino que se nombra como Petrus Romano, y en cuya leyenda se dice: "En la última persecución a la Santa Iglesia Romana ocupará la silla Pedro el Romano, que habría de apacentar a sus ovejas padeciendo muchas tribulaciones, pasadas las cuales la ´Ciudad de las Sietes Colinas´ (Roma o más concretamene, el Vaticano) será destruida y el juez tremendo vendrá a juzgar a su pueblo".

No anticipemos acontecimientos. Ahora estamos en la fase de elegir al Papa número 111. Su lema será "De Gloria Olivae” (De la gloria del olivo). Los expertos interpretan que puede ser un Papa benedictino, ya que a esta orden se la conoce también por 'olivetana', o de origen judío, pues el olivo es un antiguo símbolo de este pueblo, o puede proceder de Jerusalén, también simbolizada por este arbolito.

O sea, que puede ser, por ejemplo, el arzobispo de Florencia, Silvano Piovanelli, quien acaba de cumplir los 81 años, pues su familia siempre vivió del cultivo de las aceitunas. También cabe el Arzobispo de Milán, Carlo María Martini, un jesuita intelectual que ha publicado más de 50 libros en colaboración con Umberto Eco y que se ha retirado en Jerusalén.

"De la gloria del olivo" puede referirse, tal vez, a la paz, la concordia y el entendimiento entre pueblos, tradicionalmente simbolizada por una ramita de olivo que porta una paloma. En este caso, en nuevo Papa podría ser negro, concretamente el nigeriano Francis Arinze, que dirigió el Consejo Pontificio por el Diálogo entre Religiones. De esta forma la profecía de San Malaquías coincidiría con la de Nostradamus, que en alguna ocasión habló también de un Papa negro.

Ambos profetas también podrían coincidir si el nuevo Papa fuese el judío converso Jean Marie Lustiger, obispo de París, ya que San Malaquías podría haber hablado del olivo como símbolo de la raza judía mientras Nostradamus profetizó la existencia de un Papa judío antes del apocalipsis.

Este apocalipsis no se refiere, en realidad, el fin del mundo, sino una grave escisión que pusiera en jaque al cristianismo. Según interpretan los "profetólogos", el presunto Papa judío unificará las religiones monoteístas, lo que provocará una división en la Iglesia, de forma que los "verdaderos cristianos" nombrarán su propio Papa (el tal Pedro el Romano que profetiza San Malaquías) y serán perseguidos, lo que marcaría el fin de la era católico-romana, que no del mundo en sí. Eso dicen.

Probablemente en el Vaticano no estén muy preocupados por las profecías de San Malaquías, entre otras cosas porque, sospechosamente, no se hicieron públicas hasta quinientos años después de su elaboración, y porque muchos expertos dudan seriamente de que San Malaquías hubiese tenido visión alguna, pues su biógrafo, San Bernardo, jamás mencionó tal cosa.

Seguro que el nuevo Papa será elegido por criterios más pragmáticos, como su conservadurismo o progresismo, e incluso su procedencia geográfica, un criterio que ya se utilizó en el nombramiento de Juan Pablo II. De ser así, el abanico de posibilidades se amplía desde los modeados Ángelo Scola, patriarca de Venecia y Dionigi Tettamanzi, cardenal de Milán, hasta los papables de transición, ya ancianos, como el jubilado Silvano Piovanelli, o el octogenario cardenal Ratzinger. Los hay europeos, como el austriaco Christoph Schönborn, sudamericanos (el franciscano Claudio Hummes, de Sao Paulo, y el hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga) y hasta gallegos, como Rouco Varela. Hay papables africanos (el nigeriano Francis Arinze), asiáticos (el diplomático Ivan Dias, de Bombay), e incluso, jesuitas (José María Bergoglio, de Buenos Aires).

Hay, también, favoritos, como en toda elección. De hecho, los bookmakers irlandeses dan a Tettamanzi 5 a 2 y a Maradiaga, 4 a 1. Hagan sus apuestas.

Pero como dijo recientemente el cardenal Ennio Antonelli, de Florencia, "por suerte, no son los periodistas quienes eligen al Papa". Esperemos que los que sí tienen capacidad de decisión escojan a un pontífice capaz de hacer brillar la paz y la concordia, un Papa que traiga la gloria del olivo, aunque sólo sea para apuntarle un acierto más a San Malaquías.