Si me pongo moreno no hablo español

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Si me pongo moreno no hablo español
Leí en un libro que recoge anécdotas protagonizadas por niños que un tal Alejandro, de unos seis años o así, estaba con su papá tomando el sol en la piscina y en esto le asaltó una duda: "Papá, si me pongo muy negro, muy negro, ¿dejaré de hablar español?". Desconozco la réplica del padre. Es difícil igualar en una contestación el ingenio de potencia descomunal de estas sentencias nacidas de la más pura ingenuidad. Pero el padre bien podría haberle tranquilizado poniéndole el ejemplo de Zaplana, que parece estar en un proceso de pigmentación inversamente proporcional al de Michael Jackson y sin embargo, sigue hablando español.

El español, querido Alejandro, no se cura con los rayos UVA. De ser así, los solariums estarían llenos de Carods Roviras. Pero en realidad están llenos de Zaplanas, así que esta teoría sobre la relación entre la melanina y el idioma no creo que prospere. Alguno lo intentó con el RH y el idioma, y ni aún así. Y es que lo importante no es donde estés cuando te de el sol, sino que te de el sol.

Esto es algo que cuanto más te acercas al centro geográfico de la península (que coincide, muy poéticamente, con el centro de decisión política), menos entienden. Para ellos Madrid es España y lo demás, la playa. Ya lo dijo ese presentador de televisión que, ante los buenos resultados de equipos catalanes frente a clubes madrileños, apuntó aquello de que fue "una mala jornada para los equipos españoles". Fíjense en los espacios dedicados al tiempo en los telediarios estatales. Si llueve en Madrid, resulta que está lloviendo en toda España, así se caigan los pájaros por el sol de justicia que hace en toda la cornisa cantábrica.

Explícales tú a estos señores que ser gallegos es la forma que muchos tienen de ser españoles, pero también es su forma de ser europeos, y de ser ciudadanos del mundo; que, para ellos, ese mundo no se acaba en Pedrafita, pero tampoco en los Pirineos, y ni siquiera en los Urales; y que puede ser que el español sea tan gallego como el gallego, pero no me negarán que el gallego es tan español como el español, y merecería, por tanto, el mismo respeto (que ahora no tiene, ni siquiera legalmente); y que esa frase tan bien construida de que "las lenguas no tienen derechos, son los ciudadanos los que tienen derechos" habría que aplicársela a todos los ciudadanos, no sólo a los que desprecian el resto de las lenguas españolas; y que los que legítimamente tengan el deseo de vivir, por ejemplo, en gallego, puedan hacerlo, si no en el conjunto de la España a la que pertenecen sí, al menos, en su propio territorio (algo que, como saben, ahora no ocurre en aras de los derechos de la lengua castellana, que en nuestra constitución están claramente por encima de los de las personas que hablan, por ejemplo, gallego).

Hace unos días, una niña, en un supermercado de A Coruña, se sorprendió al escuchar a la cajera hablarle en gallego y le dijo, conmocionada, a su madre: "¡Mira, mamá, esta señora habla como Sin Chan!". Pues eso: ¿Cómo van a entender todo esto en Madrid si allí Sin Chan habla normal?