Pasqual Maragall

El ex presidente de la Generalitat e histórico dirigente del PSC, Pasqual Maragall, se ha despachado a gusto en l
El ex presidente de la Generalitat e histórico dirigente del PSC, Pasqual Maragall, se ha despachado a gusto en los últimos días, en una muestra aparente de su frustración política y quizá también personal. Maragall reniega ahora del esfuerzo que costó la reforma del Estatuto catalán, de la que él fue impulsor y víctima; arremete contra el presidente Rodríguez Zapatero, por quien se siente traicionado y al que acusa de haber abandonado el federalismo y, por si todo ello fuese poco, cuestiona el PSC, al que considera caduco y no menos desleal que ZP, y se declara disponible para contribuir a fundar un Partido Demócrata europeo. Salida por elevación, mientras todos los partidos catalanes expresan su incomodidad con él.

Maragall tiene todo el derecho a disfrutar de su libertad de expresión pero está claro que no es muy normal lo que está haciendo. No parece que sus anteriores audacias políticas vayan a poder repetirse esta vez, ya que en el pasado tenía a todo un partido esperándole, mientras que ahora nadie levanta la mano, salvo Prodi. Pero del mismo modo que puede cuestionarse esta salida de tono de Pasqual Maragall, tampoco sería justo descalificar su figura política, que al menos siendo alcalde estuvo teñida de gloria en aquella Barcelona del 92.

La duda no está tanto en si, como dice Maragall, se abre un nuevo escenario en que el problema ya no es España ni Cataluña, sino qué deben hacer Cataluña y España en la nueva nación europea del futuro; lo está más bien en si Maragall está eligiendo el camino y las formas para estar en ese nuevo liderazgo político continental. No es incomodando a todo el mundo como va a conseguir Maragall que vuelva a ser reconocido como una personalidad política interesante. Un diputado del tripartito de Montilla ha resumido bastante bien la situación cuando dijo que cualquier ex presidente es incómodo, por lo que Maragall, que ya fue un presidente incómodo, lo es aún más.