EL PARADÓN DE MOLINA

Voz temblorosa, entrecortada. "Perdonad, estoy un poco nervioso", dijo. ¡Quién no, en su caso! Bastante ent
Voz temblorosa, entrecortada. "Perdonad, estoy un poco nervioso", dijo. ¡Quién no, en su caso! Bastante entereza demostró afrontando la verdad de cara, de frente, mirando al infortunio a los ojos. Molina comunicó una noticia terrible, de esas que hacen temblar los cimientos de la razón. Tiene cáncer, palabra maldita que al pronuniarse corta el aire como un filo amenazador. Tiene que seguir un tratamiento duro, muy duro. Pero hay muchas posibilidades de que pueda superarlo, y lo sabe. Y lo conseguirá. Ya ha demostrado que es fuerte y noble como jugador y como persona. Uno de esos tipos extraños que llevan la honestidad tatuada a fuego en su carácter. Cuenta de él el viejo Gil y Gil: "Cuando fiché a Molina acababan de meterle 13 goles en dos partidos. Algunos me dijeron que no lo hiciera, pero yo había dado mi palabra y seguí adelante. Meses más tarde, con una cláusula de 400 millones de pesetas, varios clubes se interesaron por él y me llamó para tranquilizarme: 'tú te la jugaste por mí y no te voy a defraudar. Molina siguió con nosotros". Un tipo de ese calado no se derrumba ante la adversidad. Y menos un portero. Los porteros son fabricantes de esperanza. Son la última línea, el último bastión. Llegado el caso, son los únicos que pueden sacar las castañas del fuego. Molina es un experto en eso, en sacar las castañas del fuego. Y ahora se enfrenta a la jugada más dura.

El penalti más cabrón es el que le tira ahora la vida. Quiere colarle un cáncer. Pero Molina es portero. Un gran portero. Uno de los mejores. Y, sin duda, lo atajará. Será su mejor parada. Un paradón. Y volverá para enfrentarse de nuevo a los penaltis del fútbol, y le parecerán aún más fáciles de detener, y volverá a levantar con el Deportivo otra Copa, otra Supercopa, una Liga o, quien sabe, una Copa de Europa, que es lo único que falta en su extraordinario palmarés. Y todo esto ocurrirá antes de lo que pensamos.

Porque Molina puede lograrlo y, además, se lo merece.