La orquesta de Mariano Rajoy

Los políticos suelen quejarse de la falta de apoyo mediático a sus causas, que suponen siempre nobles y me
La orquesta de Mariano Rajoy
Los políticos suelen quejarse de la falta de apoyo mediático a sus causas, que suponen siempre nobles y mejores que las de sus adversarios. Incluso cuando son ellos mismos los que controlan, por ejemplo, los medios públicos, también se quejan, porque todo les parece poco. Es algo consustancial a su condición -del mismo modo que esa manía que tienen de comer en los restaurantes caros-, trasciende las ideologías y rara vez presenta excepciones. Por eso es comprensible, aunque resulte paradójico, que cuando ello sucede, fracasen, mientras que luchando contra las adversidades logran acercarse al triunfo e incluso hacerse con la victoria.

Algo de esto último le está pasando a esa minoría del PP crítica con Mariano Rajoy. Son tan pocos y tienen una música tan desfasada que no alcanzan a tocar una pieza digna de ser amplificada por los potentes altavoces que encontraron a su paso. Al contrario, la gente termina por percibir lo mal que tocan y lo desafinados que están, al tener pocas ganas de dejarse dirigir y empeñarse en tocar cada uno con su estilo propio canciones del pasado.

Mariano Rajoy tiene una orquesta mucho más apañada, con los altavoces que va encontrando de pueblo en pueblo -unos más grandes y otros más pequeños, aunque suficientes-, pero sobre todo se le ve dispuesto a cambiar de repertorio. Sabe que no es tiempo de pasodobles, aunque pueda dejarse alguna pieza así para el final de la verbena, y parece decidido a incorporar las más diversas tendencias del rock -sin descartar el progresivo-, dando también entrada a piezas clásicas que contrastan con algunas adaptaciones de música house y de ambient. Arrasó en su concierto de Valladolid y triunfará en el de Valencia. Finalmente, también llegará a Madrid con posibilidades de agradar a un público en transición. La buena música no siempre va del centro a la periferia, sino que muchas veces sucede al revés. Otra cosa es que los altavoces más potentes estén en Madrid.