La OPA boba

En realidad, a Mafalda le gustaba la sopa. Lo que no le gustaba era la imposición de tener que tomarla. La sopa,
En realidad, a Mafalda le gustaba la sopa. Lo que no le gustaba era la imposición de tener que tomarla. La sopa, según explicó Quino (creador del personaje) en alguna ocasión, era la alegoría del sistema impositivo inherente a los regímenes militares que imperaron en el cono sur de América. Trasladando el modelo a la actualidad económica española, y cambiando una sola letra, podemos concluir que a Endesa no es que no le guste la OPA, es que no le agrada que se la impongan.

La empresa eléctrica consideró hostil la oferta de compra de una firma de control catalán como Gas Natural, pero admite la de un grupo alemán: E.ON. ¿Lo ven? No les disgustan las Opas. Sólo las impuestas. Bien es cierto que los alemanes pagan más y en metálico, aunque si se descuentan los dividendos (unos 2 euros por acción) casi no hay diferencias económicas entre ambas ofertas. Aún así, Endesa ve las valoraciones de unos y otros lejos del valor real de la compañía, que estima en 30 euros por acción.

El temporal económico salpica ahora hacia todas partes. El Gobierno es candidato a un buen chaparrón. Se le viene encima un marrón de cuidado. Si actúa para frenar la contraopa de E.ON, quedará bajo sospecha de parcialidad y tendrá un coste político muy elevado, por no decir mortal. Si no actúa, podría abrir la puerta a otras OPAS extranjeras sobre empresas energéticas como Fenosa o Iberdrola. De aquellas privatizaciones vienen estos lodos, y el control del sector energético, de vital importancia como todo el mundo acierta a comprender, está en un momento delicado.

Por otra parte, la oposición no quedará exenta de su ración de truenos. Rajoy y compañía, en plena batalla contra Cataluña, criticaron con dureza la creación de un "gigante nacional" en la energía con la fusión de Endesa y la catalana Gas Natural. Por entonces, Esperanza Aguirre tuvo un lapsus que dice mucho de la mentalidad del PP sobre las comunidades periféricas, cuando, en un despiste, dijo que llevarse una empresa de Madrid a Cataluña era llevársela "al extranjero". Bueno, pues ahora el PP no ve con tan malos ojos que el control del sector energético esté en el extranjero, pero en el de verdad. Debe ser que para los populares Alemania es más España que Cataluña.

Mientras, los consumidores miramos con cierta perplejidad y distancia lo que ocurre. Al margen de las consideraciones políticas, ¿ésta operación afecta a nuestros bolsillos? Pues habrá que preguntárselo a la bruja Lola, porque los analistas no se acaban de poner de acuerdo. Según unos, es buena para los usuarios, pues entra en el mercado español una compañía nueva que competirá con las que ya hay y que, por su enorme tamaño, podría ofertar precios más bajos. Para otros, nada cambia con esta operación, el panorama para los consumidores se queda como está porque habrá las mismas compañías que hay ahora, ni más ni menos, solo que una de ellas en manos de Alemania.

¿Y para los gallegos? ¿Es bueno o es malo? La consecuencia más inmediata está en las inversiones energéticas en Galicia, una de las principales comunidades proveedoras de energía de España. Hay proyectos en marcha que dependen de los planes de Endesa y que son importantes para la economía gallega. Según la Xunta, la continuidad de esos proyectos está garantizada pase lo que pase. Por decirlo de otra manera: Galicia está blindada contra las OPAs sobre en Endesa. A ver si es cierto. Por si acaso, conviene estar alerta y no andar a la sopa boba. Y menos aún a la OPA boba.