Muere el editor del cambio

Ha muerto Jesús de Polanco. Fue, sin duda, el gran editor del cambio, tarea en la que le acompañó d
Muere el editor del cambio
Ha muerto Jesús de Polanco. Fue, sin duda, el gran editor del cambio, tarea en la que le acompañó desde Barcelona otro editor emergente, Antonio Asensio, el fundador del Grupo Zeta, igualmente fallecido. De Polanco se han dicho muchas cosas y se seguirán diciendo, a favor y en contra. Pero hay algunas que están por encima de la ideología que a menudo sesga muchos de los análisis que se hacen de su controvertida figura: Polanco muere siendo el editor más importante de habla hispana en el mundo y lega a España, de ese modo, una posición estratégica envidiable en el sector de la comunicación.

Prisa no sólo es hoy una empresa fundamental en todos los campos de la comunicación en España, sino que ha consolidado su presencia internacional, básicamente en toda América Latina, con notorias incursiones en Europa, de la que la más emblemática sería su entrada en el mítico diario Le Monde. Como escribe Carsten Moser en el libro Estrategias para España, de muy reciente publicación, si en 1976 alguien hubiese vaticinado que Polanco, cuya prioridad en esos momentos era el lanzamiento de El País con Juan Luis Cebrián como director, se convertiría tres décadas más tarde en socio de referencia de Le Monde, poco crédito hubiese cosechado. Pero así fue.

Jesús de Polanco es ya una figura para la historia de España, donde no es fácil encontrar empresarios de su talla. Este es un país sin apenas tradición en el mundo de las multinacionales, y menos aún de empresas globales creadas por un solo hombre partiendo de la nada. Su caso, como el de Amancio Ortega, el fundador de Inditex, es en este sentido singularmente meritorio. En una ocasión le escuché decir: “Tal y como hablan de mi, si estuviera en el sector inmobiliario, podría pensarse que tengo una gran inmobiliaria, cuando sólo se trata de unos adosados”. Y añadió: “Visto con perspectiva mundial, Prisa es un grupo muy pequeño”. La verdad es que su modestia acompañaba la reflexión, pero si es cierto el fondo de la cuestión: hoy, más que nunca, España también necesita una gran multinacional de la comunicación. Aunque los gobiernos de turno confundan eso con que El País les trate bien, sin mirar más allá de sus intereses partidarios.