Una mirada francesa

La candidata socialista francesa, Ségolène Royal, ha cuestionado el derecho del Banco Central Europeo, don
La candidata socialista francesa, Ségolène Royal, ha cuestionado el derecho del Banco Central Europeo, donde manda su compatriota Claude Trichet, a dirigir la economía europea. Considera que ese privilegio corresponde a los políticos democráticamente elegidos. Trichet ha subido seis veces los tipos en el último año, del 2 por ciento al actual 3,5 por ciento, de lo que se deduce que la presidenciable gala no es partidaria de seguir enfriando la economía de la zona euro.

El mensaje de Royal tiene mucho calado en un doble sentido: es una seria advertencia a la política supuestamente independiente de Trichet y, sobre todo, fija una posición clara desde un país cuyo futuro político marcará a su vez el de una Europa paralizada, que sólo se moverá precisamente cuando Francia tenga un nuevo presidente o una nueva presidenta, claro. Ségolène Royal juega, por tanto, muy fuerte con su crítica a Trichet y demuestra una gran valentía política, a riesgo de ser descalificada por no respetar la independencia del Banco Central Europeo. Resulta que ella será o no presidenta del país que, junto con Alemania, vertebrará el futuro de la UE, sobre lo cual saldremos de dudas coincidiendo con otra previsible subida de tipos, aunque ya de forma no tan acelerada. Salta a la vista que Trichet abandera una política económica ligada a la estabilidad de los precios, sin dar explicaciones ni margen para el debate, ya que todo su equipo es de la misma cuerda. Por ello, cabe preguntar si Ségolène Royal apunta en esa dirección, pensando en que la futura UE convierta su BCE en un banco central más próximo a la Reserva Federal de Estados Unidos, donde al menos hay una representación plural de su economía.

Por desgracia, aunque en este tipo de decisiones nos va media vida, la clase política española no debate sobre estos asuntos. Qué inventen ellos, parecen pensar quienes sólo ven en Ségolène Royal a una mujer guapa. A lo mejor también piensan que la economía ya funciona sola y que ellos pueden dedicarse a enredar. Un día de estos se enterarán de qué pasa con el endeudamiento de las familias y con unos productos españoles que cuando se venden en dólares cuestan ahora un 12,5 por ciento más que en enero.