Medidas para uno de los últimos de la clase

Tras la Semana Santa, el Gobierno de Rodríguez Zapatero desarrollará un decreto ley de unas cincuenta medi
Medidas para uno de los últimos de la clase

Tras la Semana Santa, el Gobierno de Rodríguez Zapatero desarrollará un decreto ley de unas cincuenta medidas urgentes contra la crisis, parte de las cuales se supone que están acordadas con los grupos de la oposición, como fruto de las llamadas conversaciones de Zurbano. Por tanto, ni estamos ante un plan global anti-crisis, ni ante un pacto parcial consensuado, sino más bien ante un conjunto de medidas que, en el peor de los casos, ya son conocidas por la oposición. Unos y otros se retratarán cuando llegue la convalidación del decreto en el Congreso, pero lo que sí parece evidente es que lo acontecido en Grecia, al borde de la quiebra, ha sensibilizado a todo el país, no solo al Gobierno central, de la importancia que tiene controlar el déficit público. Algo es algo en un país que, como reconoce incluso Felipe González, es de los últimos de la clase.

Por manidas que resulten todas estas cosas, no por ello pierden su importancia; máxime cuando estamos viendo como cunde el desánimo entre mucha gente. En ese sentido resulta escalofriante el dato de que en los últimos 12 meses, casi cien mil personas han perdido la esperanza y han abandonado el mercado de trabajo, reduciendo así la población activa, un fenómeno que no se producía desde hace 30 años. Para que este clima desaparezca y el país recupere el pulso son precisamente las medidas del Gobierno, que se centran en dos aspectos: el IVA reducido para la rehabilitación de viviendas y la concesión de créditos blandos a las pequeñas y medianas empresas, dos iniciativas que parecen contar con el apoyo implícito de todos los grupos parlamentarios.

Lógicamente, la solución del problema económico y social de España no está en una receta tan sencilla, pero menos da una piedra. El IVA superreducido del 8% y las rebajas en el IRPF, hasta el 2012, para la rehabilitación de viviendas se supone que frenarán cuando menos la destrucción de empleo en la construcción, pendiente en todo caso de su reconversión. En cuanto a las líneas de crédito a las pymes, con créditos de hasta 200.000 euros, es evidente que entrañan riesgos de morosidad, pero más problemas supondría dejar que se hundiesen todas en un país donde el empleo está concentrado en ese tipo de empresas. Tanto estas como otras medidas, hasta 54, siempre podrán ser calificadas de parches. Ahora bien, las ruedas pinchadas se arreglan así y suelen utilizarse mientras no llegan las ruedas nuevas.

Lo mismo de España es aplicable a Galicia, donde el Gobierno de Núñez Feijóo tiene casi todas las competencias en política macroeconómica. En su primer debate del estado de la autonomía como presidente de la Xunta y casi un año después de tomar posesión de su cargo, Feijóo anunció cien medidas contra la crisis, si bien, a juicio de la oposición, le faltó concreción. El presidente ha estado muy centrado en los problemas del gallego y de las cajas, por lo que es de suponer que en este segundo año de mandato, con ambos asuntos despejados, bajará a la arena que más importa: la de la crisis y el desempleo.

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