Mas se olvida del BNG

El nacionalista Artur Mas, presidente de Convergència i Unió y líder de la oposición en Cata

El nacionalista Artur Mas, presidente de Convergència i Unió y líder de la oposición en Cataluña, ha quedado un tanto descolocado con la nueva financiación autonómica, a la que se opone por estar convencido de que la cesta de impuestos prevista en el Estatut obliga a mayores ingresos para su comunidad. No es lo que dicen los catalanes en las encuestas, incluidos los catalanistas y nacionalistas que votan a CiU, pero quizá no le quede otra al heredero de Jordi Pujol, inmerso en su sueño de conquistar el futuro, teniendo las manos libres.

Mas, que tuvo un papel decisivo en la aprobación del Estatut –terminó pactando con el presidente Zapatero–, y que también ha acordado con el PSC la avanzada ley catalana de Educación, se muestra ahora distante de los socialistas, justo al contrario de lo que hace ERC. En unas declaraciones al diario La Vanguardia de Barcelona, Mas roza el lamento: “El PSOE más bien ha dicho que a CiU y al PNV ya no los quiere como socios de referencia. El PSOE ya no tiene la visión de Felipe González. El PSOE de Zapatero prefiere a Izquierda Unida y a la Unión del Pueblo Navarro. No pasa nada. Está en su derecho”. Se olvidó, por cierto, Mas de mencionar al BNG entre esos nuevos socios de Zapatero, lo cual no deja de ser un lapsus curioso, que tampoco corrigió el entrevistador, Enric Juliana, a pesar de ser un buen conocedor de la realidad política gallega. Últimamente, Artur Mas se olvida muy a menudo del BNG, al que dejó en la estacada en las recientes elecciones europeas, convirtiendo Galeuscat en una plataforma de quita y pon que, en última instancia, daña la credibilidad de sus tres componentes: CiU, PNV y BNG.

No lo tiene fácil Artur Mas estando en la oposición en Cataluña, toda vez que eso le dificulta hacer valer sus diez diputados en Madrid. Tampoco su guiño al gallego Mariano Rajoy“veo al PP menos guerrero”– le llevará muy lejos, ya que si se queja del talante autonómico del PSOE, va dado con el del Partido Popular, cada día más jacobino. En realidad, el problema de CiU no está en Madrid, sino en Barcelona, donde va por la segunda legislatura en la oposición y las cosas se presentan complicadas para gestionar el futuro de Cataluña, máxime tras el razonable acuerdo financiero alcanzado por José Montilla con Zapatero.

El pacto de la financiación autonómica marca un antes y un después en las siempre complejas relaciones entre España y Cataluña pero, sobre todo, disipa el riesgo de desafección catalana sobre el que Montilla ha advertido en más de una ocasión en los últimos meses. Ahora mismo, a Mas apenas le queda otra cosa que colocarse a la izquierda de ERC y eso ni es creíble ni le causa el más mínimo entusiasmo a la pragmática burguesía catalana. Su futuro está en la centralidad política de Cataluña, donde compite con el PSC. Todo lo demás es mero tacticismo.

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