Maragall y Touriño

El Gobierno tripartito de Cataluña, si se reedita en la siguiente legislatura –las elecciones serán

El Gobierno tripartito de Cataluña, si se reedita en la siguiente legislatura –las elecciones serán en el otoño de 2010–, habrá culminado toda una renovación generacional, ya que con la decisión de Joan Saura de no volver a encabezar la candidatura de ICV se completa la marcha de los tres padres fundadores: Pasqual Maragall, Carod Rovira y el propio Saura. Serán José Montilla, Joan Puigcercós y Francisco Herrera los llamados a actualizar el proyecto catalanista y de izquierdas que salió del Tinell en diciembre de 2003.

Visto desde fuera de Barcelona, sobre todo desde Madrid, pudiera parecer que el tripartito catalán ha supuesto inestabilidad política en Cataluña y desafección a España. Visto desde Cataluña, como dice el politólogo Jordi Sánchez, el Gobierno sustentado por PSC, ERC e ICV se identifica, por el contrario, como un periodo con muchos aires fundacionales de un nuevo marco político que permite que el autogobierno catalán se desarrolle con mayor plenitud, adentrándose en el siglo XXI. En definitiva, de la mano del tripartito impulsado por Maragall, Carod y Saura, los catalanes tienen ahora un nuevo Estatut –aprobado en 2006, aunque pendiente de la sentencia del Tribunal Constitucional– y han cerrado este verano el pacto por la nueva financiación, que fuera de Cataluña ha desencadenado el resurgimiento de lo que el presidente Montilla ha calificado de catalanofobia, algo parecido a lo que había sucedido de manera persistente durante la laboriosa y polémica tramitación del Estatut.

La Oposición, que pivota sobre CiU, ha sabido dar su apoyo a los grandes asuntos catalanes sin que por ello renunciase a señalar que también hubo tensiones innecesarias e incluso errores de bulto durante todo este tiempo. En el otoño del año que viene se conocerá qué opción prefieren los catalanes para su futuro, donde lo único que parece estar claro es que el PP seguirá al margen de lo que ha dado en llamarse la centralidad política de Cataluña. Es la gran asignatura pendiente del partido de Mariano Rajoy.

Salvando todas las distancias, en Galicia pudo haber sido posible una experiencia similar a la catalana, con un gobierno galleguista y de izquierdas, pero no se pasó ni del intento. En primer lugar, porque el bipartito gallego, a diferencia del tripartito catalán, renunció a un verdadero proyecto de país, y en segundo lugar, porque los gallegos quisieron darle una pero no dos oportunidades. Ahora vemos las consecuencias y las diferencias con Cataluña, donde los debates que aquí tenemos sobre la lengua propia, la definición como nación o una financiación adecuada, ellos los tienen más que superados. Pasqual Maragall pasará a la Historia de Cataluña como el artífice de un cambio fundamental, que le trascendió. Emilio Pérez Touriño quedará en la historia de Galicia como el político que pudo serlo todo y no fue nada.

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