Maragall y Cacharro

Mira que el tipo me cae bien, con esa forma de hablar de tabernícola, su retranca periférica y esa sonrisa
Mira que el tipo me cae bien, con esa forma de hablar de tabernícola, su retranca periférica y esa sonrisa cubista que ni Miró sería capaz de reinterpretar. Pero se le fue la olla, seguro. Pascual Maragall, como líder de los socialistas catalanes, es el máximo responsable de la campaña sobre el Estatut que su partido, descerebradamente, ha convertido en un plebiscito contra el PP. Hay que tomarse muchos tripis para parir un lema como "El PP utilizará tu no contra Catalunya". Comparto la opinión de Acebes: esta campaña institucional es "indecente". Como bien dice nuestro colaborador C. Novo, es más bien carroñera. "Una máxima que no da el mínimo ética política y de decencia institucional que es exigible a cualquier partido medianamente razonable", dice el amigo Novo con toda la razón.

Es, además, un error político de bulto. Por mucho que el PP sea el abanderado de las consignas reprobables y esgrima una forma de hacer política que a veces hasta da grima, el PSC, con esta actitud, acaba de adalantarlos por la derecha, a 200 y sin cinturón de seguridad. Si estuviera el vigor el carnet por puntos Maragall tendría un -100. No podría conducir ni el triciclo de los Clicks de Famobil.

Está claro que los socialistas querían matar dos pájaros de un tiro: defenestrar a un PP que, por otra parte, no necesita ayuda para cagarla en Cataluña (lo hace muy bien solito, sobre todo cada vez que Zaplana, Acebes y Rajoy sacan a relucir ese piquito de oro que Dios les ha dado y Aznar les ha afilado) y zancadillear a la surrealista ERC de Carod Rovira, otro crack de la incoherencia política, al procurar que a los catalanes les tiemble la mano a la hora de agarrar la papeleta del "no" en el referendum estatutario. Pues con este tipo de atajos chapuceros el tiro les va a salir por la culata.

Si hasta ahora los ciudadanos podían ver al PP como los hooligans del pancartismo irracional, y al PSC como unos benditos atrapados entre la pleitesía a ZP y los diezmos a ERC, con este eslogan los socialistas han demostrado ser de igual calaña que sus rivales. O peor.

En fin, con actitudes como esta, a Pascual le quedan dos telediaros, pero de los cortitos.

Y hablando de gente de futuro incierto: el presidente de la Diputación de Lugo, Francisco Cacharro, asiste en primera fila (palco de honor, que diríamos), a la "performance" que ha montado el fiscal general de Lugo, señor Izaguirre, con la presunta corrupción (lo de "presunta" es una mera formalidad, es del dominio público cómo se gobierna la provincia desde hace años) de la Diputación.

La situación de Cacharro pinta bastante mal. Los socialistas mandan ahora y quieren hacerle morder el polvo (si es que son quien de lograrlo, que don Paco es mucho don Paco), y seguro que no sin cierta razón. Pero a mí, de ser él, me preocuparía más cómo se las gastan en su propio partido. En su lugar, yo no le daría la espalda a nadie con carnet del PP.

De este operativo contra la prevaricación en el ente muncipal no me llama tanto la atención la corruptela (insisto, era del dominio público) como la manipulación del poder judicial por parte del poder político. No me malinterpreten: celebro, como cualquier demócrata, que la justicia le ponga coto a los desenfrenos (si es que se puden probar) de los políticos. Lo que me sorpende que sea ahora cuando se investiguen delitos que presuntamente se cometieron hace ya algunos años. No se investigó entonces por razones políticas, y me da la impresión de que sí se investiga ahora por razones políticas.

Me lleva a la conclusión de que, ciertamente, no hay una separación efectiva entre el poder político y el judicial. Es decir, no vivimos en una verdadera democracia. Como mucho, en un sucedáneo barato. Según constaba en los manuales de Filosofía, un Estado de Derecho de verdad se caracterizaba por la separación de poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Y eso, en este país, por lo que se ve, no existe en la práctica.

Ahora que Touriño anunció que los libros de texto serán gratuitos, es un buen momento para la mayoría de los políticos le echen un vistazo al capítulo en el que se habla de Montesquieu.