Madelaine y Reganosa

Madeleine se precipitó accidentalmente por unas escaleras y se mató. Murió de una sobredosis de so
Madeleine se precipitó accidentalmente por unas escaleras y se mató. Murió de una sobredosis de somníferos. Su madre le dio una bofetada, perdió el equilibrio, se golpeó en la nuca y falleció. Sus padres la descuartizaron y tiraron los restos al mar. O los llevaron a Huelva. En realidad, fue secuestrada y se encuentra en Marruecos. Al Qaeda está detrás del asunto.

Todo esto, que parece el delirio de un desequilibrado, no es más que la sucesión de los titulares de prensa de la última semana sobre el caso de la niña inglesa desaparecida.

Espero que haya alguien más trabajando en el caso.

En Ferrol se reunieron el pasado domingo miles de personas. Baile de cifras, como siempre. Los enemigos de Reganosa vieron 10.000 almas. Los cómplices de la regasificadora, a penas 2.000 tipos de nada. La cifra precisa no es relevante. Lo importante es que, pese a que ninguna fuerza política gallega con representación parlamentaria apoya al Comité, pese a que el grueso de la prensa mantiene un sospechoso silencio, pese a que el dinero y el poder no cesan de poner trabas, un movimiento vecinal ha logrado concienciar a miles y miles de ciudadanos de lo que puede suponer un problema. En el caso de Reganosa hay mucho mar de fondo. Hay una operación oscura para situar una planta muy beneficiosa para Galicia en una zona muy poco razonable. Y puede que afloren también intereses empresariales entre competidores del sector para alentar la protesta. Pero, en cualquier caso, algo raro pasa en Mugardos cuando miles de ciudadanos se mueven para remar contra la Xunta, contra el Ayuntamiento, contra el capital y contra la prensa oficialista. Eso no suele ocurrir. Tienen que ver muy claro que la ubicación de Reganosa no es la adecuada. En cualquier caso, la última palabra no la tendrán los vecinos, ni la prensa ni el Gobierno.

En este caso, como en el de Madelaine, la última palabra la tendrán los tribunales. Aunque Castelao decía aquello de "Dios nos libre de la justicia", no nos queda otro remedio que confiar en ella.

Nuestra gran esperanza es que la justicia, como es ciega, no lea la prensa.