LA INTOLERANCIA DE AZNAR

CON su postura intransigente e intolerante ante la huelga general, José María Aznar sigue confundiendo su
LA INTOLERANCIA DE AZNAR
CON su postura intransigente e intolerante ante la huelga general, José María Aznar sigue confundiendo su persona y su cargo con España, lo cual no deja de ser inquietante para su propia salud física y mental. España es muy grande como para meterla dentro de un cuerpo humano. Y es demasiado plural como diluirla en un pensamiento único, cuando ya se sabe que el agua y el aceite se mezclan con dificultad.

CUANDO habla de un "despropósito contra el interés de España" refiriéndose a la huelga general, está aflorando un José María Aznar cada vez más tajante. ¿Es eso una virtud?, se preguntaba Antonio Franco en El Periódico de Catalunya, para responder que los sindicatos le hicieron diversas huelgas a Felipe González, pero nunca respondió con un gesto como el que encierra este decreto, y también para cuestionarse qué habría dicho el PP, desde la oposición, si el PSOE hubiese impuesto por esta vía una reforma tan delicada como la de ayudar a los parados.

HUBIESE sido normal el rechazo de Aznar a la huelga, que como todo es discutible, pero ya lo es menos que centre la cuestión en la fecha de la convocatoria, por coincidir con la cumbre de la UE que él presidirá en Sevilla. Y tampoco es muy normal tomar las medidas que tomó, casi a traición, a pocas horas de que su ministro de Trabajo siguiese hablando de diálogo. La mayoría absoluta ampara ciertas políticas, pero no sirve para todo, porque la Democracia está por encima de cualquier mayoría absoluta.

LA verdad es que de José María Aznar se habían dicho unas cuantas cosas --desde que, siendo joven, descalificó la Constitución hasta que modernizó la derecha para centrarla--, pero no que fuera un fundamentalista democrático. Ya lo es. Y no sólo por estas cosas que está diciendo contra unos sindicatos que han convocado una huelga general, cuestionable, pero democrática.

NO, con José María Aznar llueve sobre mojado. Como ya advirtió en más de una ocasión Juan Luis Cebrián, el primer director de El País, Aznar es un gobernante que confunde demasiadas veces, incluso sin saberlo, el medio con el fin. Por eso no deja de ser preocupante para el propio país (con minúsculas) que a estas alturas estemos dudando del talante democrático de quien lo dirige. Pero sobre todo que pensemos, como dice Cebrián, que "bebe con pasmosa naturalidad en los orígenes sociales y psicológicos del fascismo".

CON tanto calor primaveral, se supone que al menos lo tomará con hielo...