Gürtel, Camps y Rajoy

Falta ya poco tiempo para saber si el presidente de la Generalitat valenciana, el popular Francisco Camps, debe sentarse

Falta ya poco tiempo para saber si el presidente de la Generalitat valenciana, el popular Francisco Camps, debe sentarse o no en el banquillo de los acusados, supuestamente por haber aceptado unos trajes que le regalaron desde una trama de corrupción vinculada al PP, donde algunos implicados movieron muchos millones de euros, más allá de hacer buenos regalos. Sobre el papel, a efectos judiciales, están en juego unos trajes y otras prendas que pagó supuestamente la empresa Orange Market, una de las sociedades integradas en la trama de corrupción liderada por Francisco Correa y ligada a altos cargos del PP. En la práctica, son muchas más cosas las que están en el aire, mientras en Galicia comienzan a aflorar también algunos datos del caso Gürtel (correa en alemán), instruido por el juez Garzón para desentrañar una presunta red de corrupción en la época de Aznar, encabezada por Correa, a quien se debe el nombre del caso, con la ayuda del gallego Pablo Crespo y de Antoine Sánchez. En juego, un conglomerado de negocios para obtener fondos de ayuntamientos y autonomías, como Madrid y la Comunitat Valenciana.

Camps se ha defendido siempre negando la mayor, pero en el PP no todos han hecho lo mismo. Entre el discurso de defensa del afectado por las acusaciones y las palabras de quienes trataron de echarle una mano –los mal pensados dirán que, en algún caso, al cuello–, hay sus diferencias, y al menos una de ellas de fondo. Mariano Rajoy, por ejemplo, ha dicho que Camps “lleva una pena mayor que los 2.500 euros que se establecen en caso de cohecho impropio”, lo cual puede ser cierto pero introduce un escenario jurídico de riesgo. El presidente del PP también ha comentado algo que, visto desde fuera, puede compartir mucha otra gente –“parece absurdo pensar que el presidente de una comunidad se pueda vender por tres trajes”, dijo Rajoy–, pero la mera aceptación de la hipótesis contradice, quizá sin pretenderlo, las sucesivas negativas de Camps, cuando recuerda que él siempre ha pagado sus trajes.

Otros líderes del PP, también en la línea de un Rajoy abonado al sentido común, le quitaron igualmente hierro al asunto, a veces con prudencia, como su ‘números dos’, María Dolores de Cospedal, y otras pasándose de la raya, como le sucedió a la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, quien comparó los trajes con las anchoas que el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, le regala al jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, cada vez que visita la Moncloa.

Lo procedente en casos así –también lo advirtió Rajoy– es que las decisiones las tomen los jueces y que éstos interpreten los principios generales del derecho, que son los que son. Por ahora, el juez sostiene que los regalos no tuvieron contrapartidas, de ahí que se hable de cohecho impropio, pero más allá de la sentencia judicial, para desgracia de Camps quedará la sentencia política.

Comentarios