GALICIA NO OLVIDA

LA desidia en la que se había instalado el Gobierno de Aznar para hacer frente a la catástrofe del Prestig
LA desidia en la que se había instalado el Gobierno de Aznar para hacer frente a la catástrofe del Prestige está siendo sustituida por la propaganda, que no por la eficacia, cuando es justo lo que se le demandaba --y sigue demandando-- a la Administración del Estado. Reducirlo todo a manejar sus telediarios, con edulcoradas crónicas dignas del género publirreportaje, puede engañar a los muy tontos, pero no resolverá el problema de fondo, que es muy grave, como todos sabemos; incluido el Gobierno.

LA política de propaganda se está basando en aparentar que todo está encauzado y que la solidaridad con Galicia es total. Y la política clientelar se ampara en comprar con ayudas la voluntad de unos marineros que si están recibiendo dinero es porque tienen derecho, fruto de las ventajas de tener un Estado de bienestar, y no porque se lo deban a la caridad gubernamental.

EL último eje de la política del Gobierno es la oposición a la oposición. La desafortunada y criticable actuación del socialista Jesús Caldera, al haber eliminado unas líneas de un informe oficial que utilizó en un ataque al Gobierno, no exime a éste de su auténtico rosario de despropósitos, cuando no de engaños a la opinión pública en general y a los marineros gallegos en particular. Y a estas alturas, aquí nadie ha dimitido, ignorando la petición unánime de la mayor manifestación de la historia de Galicia.

EL gran objetivo común no ha de ser, pues, la propaganda, sino la recuperación de las rías para la producción de pescado y marisco, que tardará años; puede que hasta diez en ciertos casos. También el medio ambiente, que sufrirá igualmente su calvario a raíz de esta "nueva peste negra", como la denominó José María Mendiluce. Pero, además, en Galicia hay riesgos de que la economía sumergida vuelva a repuntar, de la mano de contrabandistas y narcotraficantes que, tras la crisis, tropezarán con mano de obra fresca a la que seducir con sus malas artes. De todo esto, el Gobierno habla poco, y hace menos.

PERO Galicia no olvida.