Los frutos de Sada

Ramón Rodríguez Ares tenía en su despacho de alcalde de Sada (A Coruña) una estampa de Franc
Ramón Rodríguez Ares tenía en su despacho de alcalde de Sada (A Coruña) una estampa de Franco. Se negó a retirarla porque no lo consideraba un símbolo negativo. “Otros tienen fotos del Che Guevara y no pasa nada”, dijo en su defensa. Se presentó a unas elecciones municipales con el eslogan “Moncho es mucho” y ganó, como siempre desde hace 24 años. Era uno de los alcaldes más antiguos de España hasta que en las últimas elecciones todas las fuerzas políticas que obtuvieron representación (excepto su partido, el PP, que fue la lista más votada) se unieron para desbancarle. No asumió la derrota. Moncho, como le conocen en el pueblo, continuó ejerciendo de alcalde en la sombra. Mantuvo un despacho en el ayuntamiento y usó al personal municipal como si siguiese siendo el jefe. Amenazó con recuperar la alcaldía en cuanto tuviese oportunidad, pese a que Manuel Fraga le advirtió en varias ocasiones que no debía utilizar tránsfugas para asaltar el poder en Sada. Moncho es incondicional del fundador del PP, al que tiene en gran estima, aunque no tanta como para renunciar a su sillón. El ex alcalde no atendió los recados del presidente de la Xunta y llevó a cabo su plan. No tuvo más que apoyarse en el voto del tránsfuga José Luis Santamaría, el portavoz del grupo socialista en este ayuntamiento coruñés, un médico suspendido de empleo y sueldo en la sanidad pública por irregularidades en la expedición de recetas y que tiene pendiente una querella criminal interpuesta por la Xunta de Galicia. Nadie sabe con certeza las razones que movieron a Santamaría a cambiar de chaqueta. Se habla de oscuros intereses económicos, aunque la explicación oficial es que la situación política en Sada era insostenible, algo que no parece ajustarse a la realidad.

Ante este panorama, el PSOE reaccionó con rapidez. Expulsó al edil tránsfuga y le pidió que devolviese el acta. El PP va mucho más lento. Aunque Fraga amenazó con expulsar a Moncho del partido, de momento no hay nada en firme. Algunas conversaciones formales y la amenaza de un expediente son las únicas armas intimidatorias que piensan usar los populares. Ya ven, armas de destrucción masiva como las de Sadam.

Las consecuencias de la codicia de Ares y Sanmartín empiezan a salir a la superficie. Por lo de pronto, la credibilidad de los pactos entre el PSOE y el BNG ha sufrido un nuevo impacto. Estos partidos parecen pactar en medio de un campo de minas. Cada vez que alguien se levanta de la mesa hay una explosión. No se acaban de entender y están causando una profunda desilusión en los que confiábamos en un futuro progresista para Galicia.

Otra vez, el más decepcionante es el PSOE, que parece tener una escuela de tránsfugas de la que salen las mejores piezas del país. Deben hacer las listas electorales con una maquinita de las quinielas, porque no aciertan ni una. Además, nadie se hace responsable. Si un partido en la oposición no tiene la decencia de asumir los errores que comete: ¿qué hará cuando llegue al poder?

Por otra parte, el PP demuestra que le interesa mucho más el amiguismo y el caciquismo que la dignidad política. Mantienen en su puesto a un militante rebelde y avaro que antepone su ansia de poder a la decencia de su partido. Por algo será.

"No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis." (Mateo 7:18-20).

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