Por Europa, a favor del sí

España está asomada a un referendum importante, que casi con toda seguridad ratificará la Constituc
Por Europa, a favor del sí
España está asomada a un referendum importante, que casi con toda seguridad ratificará la Constitución europea, pero a una buena parte de la clase política se le hado por tomarse esto poco menos que a broma y, en el mejor de los casos, a restar trascendencia a la consulta del domingo, donde si algo peligra es la participación de unos ciudadanos desmotivados y en buena lógica desorientados. Aún así, habrá que tener esperanza.

Sorprende, la verdad, el comportamiento de partidos serios y de líderes políticos habitualmente responsables. Más aún si tenemos en cuenta que todos los partidos estuvieron a favor del referendum y que con la llamada a las urnas se desactiva precisamente una de las críticas más recurrentes que se lanzan contra la construcción europea: su déficit democrático, fruto de decisiones de políticos y burócratas de Bruselas, al margen de los ciudadanos.

Y no sólo eso. Al cachondeo general, se suma una campaña descafeinada, en la que los partidos y sus líderes rara vez han apostado por ser didácticos. PSOE y PP piden el sí, aunque los populares de aquella manera, si bien ni unos ni otros están movilizando a su electorado. Mientras, entre los nacionalistas, contrasta el sí rotundo del PNV con las dudas de CiU, finalmente resueltas en la cúpula también a favor del sí, mientras sus bases parecen envidiar el papel de ERC.

Curiosamente, el socio gallego de PNV y CiU en la Declaración de Barcelona y en Galeusca, el BNG de Anxo Quintana, se ha desmarcado, apostando por el no, del mismo modo que Eusko Alkartasuna, socio del PNV en Euskadi; ERC, aliado de los socialistas en Cataluña y en Madrid, e IU, avalista del Gobierno de Rodríguez Zapatero y socio de los ecosocialistas de ICV, que en Cataluña apoyan a Pasqual Maragall. Esta postura de buena parte de la izquierda española, a favor del no a la Eurocosntitución, contrasta, a su vez, con el apoyo al tratado de los sindicatos y de los verdes europeos.

Votar no porque, como dice un sector del BNG, se es más europeísta que la propia Constitución revela cuando menos ignorancia sobre el proceso de construcción de la UE, que siempre se ha hecho paso a paso, con bloqueos, impulsos, parones, desbloqueos de última hora y paradas de reloj en madrugadas ya históricas. Es innegable que la Constitución de la UE podría ser mejor --también para los intereses de Galicia--, pero no lo es menos que el tratado mejora el pasado y que abre la puerta a la esperanza en el futuro. Como apunta acertadamente el nacionalista Camilo Nogueira, el tratado constitucional de la UE también apuesta por la diversidad nacional y lingüística, aceptando de hecho el carácter plurinacional de los Estados.

La nueva Constitución reconoce, además, por primera vez el modelo social europeo, que se basa en el progreso, la protección y la justicia social, la cohesión socioeconómica, la lucha contra la exclusión, la igualdad hombre-mujer, la solidaridad intergeneracional, la protección de la infancia y la protección del medio ambiente. Y no sólo eso, también crea la llamada cláusula social, que incluye la protección del empleo, y reconoce la labor de sindicatos y patronales, al tiempo que incorpora los derechos laborales contenidos en la Carta de Derechos Fundamentales integrada en el Tratado. Como dice José Antonio Sorolla en El Periódico de Catalunya, "puede ser también insuficiente, pero es más que lo que hay. ¿O no?