La estrategia de la duda

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La estrategia de la duda
Junio. Época de exámenes. Los alumnos, nerviosos. Los profesones, acelerados, preocupados por sus métodos de evaluación. Sin embargo, uno de ellos parecía afrontar este mes con una inusual tranquilidad. Sus compañeros de claustro le preguntan:

- ¿Tú cómo haces para estar así ante el examen final?

- Muy fácil- responde- Yo les pongo siempre la misma pregunta.

- Hombre, pero así... si siempre es igual...

- Ya, lo que pasa es que cada año les cambio la respuesta.

La anécdota la contó el siempre brillante Ramón Villares durante la presentación del no menos brillante libro "Estrategias para España".

Villares apostillaba que las preguntas son más o menos estables, pero las respuestas, no tanto.

Por eso a algunos nos inspiran una seria desconfianza los políticos que dicen tener "firmes principios" y/o "profundas convicciones". Quienes tienen firmes convicciones no necesitan ningún tipo de debate. Ya tienen sus respuestas. De hecho, tienden a tratar de imponer sus propios principios a los demás, de tan firmes que son.

Sin llegar al extremo del 'marxismo' ("Estos son mis principios, y si no te gustan, tengo otros", decía Groucho Marx), la convivencia requiere flexibilidad. Y es que, como señaló el propio Ramón Villares, "la democracia es debate y es duda". Quizás, sin pretenderlo, el magnífico historiador estaba proponiendo una valiosísima estrategia para España.