El Estatuto significa bienestar

En tiempos de crisis como los actuales, los políticos no solo se decantan ideológicamente, haciéndo
El Estatuto significa bienestar
En tiempos de crisis como los actuales, los políticos no solo se decantan ideológicamente, haciéndose más de izquierdas o de derechas, sino que también se distinguen en función de si optan por innovar o se quedan con simplificaciones demagógicas, como establecer incompatibilidades entre los intereses de la gente -los problemas del día a día- y las grandes reformas institucionales.

“A mi la gente por la calle no me pregunta por el Estatuto, sino por su hipoteca o su empleo”, suelen decir los políticos que mezclan la demagogia con agradar a los votantes. De alguna manera ya se había dado ese debate cuando se tramitó el Estatuto de Cataluña y algunos estuvieron alborotando con la idea de que para los catalanes eso no era lo importante, sino la subida de los precios o el desempleo, como si una cosa estuviera en contradicción con las otras. Es curioso, porque cuando se redactó la Constitución no se escucharon voces que pusieran todo el acento en bajar el IPC o el paro de aquel entonces, que eran, por cierto, superiores a los de ahora. Se olvidan algunos de que una Constitución o un Estatuto son instrumentos básicos para el bienestar social, aunque sus resultados tarden en verse.

La Universidad permite que sigamos teniendo la suerte de contar con estudiosos ajenos a esas miserias del día a día, lo cual también suele ser utilizado por ciertos observadores para subrayar que la Universidad vive ajena a los problemas de la sociedad. Más demagogia. Por fortuna, las cosas tienden a encauzarse, hasta encontrar un punto medio; máxime cuando aparecen políticos como Zapatero o Quintana empeñados en que, pase lo que pase, conviene proteger y ampliar los derechos de la gente.

El gallego Ramón Máiz es un catedrático especializado en nacionalismo y federalismo, que si bien ya es apreciado en los medios académicos, todavía no adquirió el reconocimiento que se merece en los ámbitos políticos. Ahora se presenta una buena ocasión, tanto por los grandes retos que tiene planteados el país como por la publicación de su obra ‘La frontera interior’, premio de ensayo Miguel Espinosa, en la que explica el lugar de la nación en la teoría de la democracia y el federalismo, cuya historia demuestra que ofrece soluciones a los problemas de las divisiones sociales, étnicas y religiosas y da respuesta a las divisiones políticas, al asumir que hay intereses y valores en conflicto y que el conflicto es normal.

Máiz aporta muchas ideas, entre ellas una en la que explica que el federalismo no solamente es un modelo institucional de organización territorial del poder –la federación– sino una teoría política de la justicia, de base pactista, que procede a la articulación de tres principios: libertad, igualdad y autonomía (fraternidad). Para Zapatero, ‘La frontera interior’ es un posible libro de cabecera. Y para otros políticos, nacionalistas y no nacionalistas, ojalá que también. Por recomendarlo que no quede.