El ejemplo de las anteriores fusiones gallegas

En la Xunta de Alberto Núñez Feijóo alguno de sus numerosos asesores podría hacer un sencill
El ejemplo de las anteriores fusiones gallegas

En la Xunta de Alberto Núñez Feijóo alguno de sus numerosos asesores podría hacer un sencillo ejercicio: leer cómo fueron las anteriores fusiones de cajas de ahorros o preguntárselo a José Luis Méndez o Julio Fernández Gayoso, los hombres que las llevaron a cabo. De ese modo, Feijóo comprobaría enseguida que en la parte de España donde ha habido más fusiones de cajas apenas hubo intervención política, mientras que ahora que la hay, la fusión se le atraganta a quienes pretenden imponerla, aliados con otros que defienden intereses particulares e incluso con aquellos que persiguen controlar el botín. Por tanto, primer mito destruido: los gallegos, al menos en cuanto a cajas se refiere, no somos localistas, ya que si lo fuésemos tendríamos en pie cajas de ahorros en Ferrol, Lugo, Ourense, Pontevedra y Santiago, mientras que solo tenemos dos: una en A Coruña y otra en Vigo. Y que no se crea nadie que llegar hasta este punto fue fácil, ya que hubo fuerzas locales contrarias a dichos procesos. Pero, con paciencia, negociación, concesiones y mucha mano izquierda, las cosas fueron saliendo, poco a poco, sin excesivas prisas. En cambio ahora se ha querido hacer lo mismo pero corriendo y dictando el final, con la ley en la mano, como si hubiese chicos traviesos a los que aplicar correctivos propios de los internados del pasado o asuntos políticos pendientes. Es más, hemos llegado al absurdo de que teniendo en Galicia a dos de los altos ejecutivos que más saben de fusiones, por experiencia propia, hemos propiciado que aquí opine de finanzas cualquier político, mientras ellos permanecen callados o advertidos de expulsión.

Algo no encaja. Y ese algo tiene que ver con el fondo y con las formas utilizadas. Total, para nada, ya que ahora si hay fusión será porque hay diálogo, y si no la hay será porque alguien desarrolló mal su estrategia política. Solo el consenso salvará la lamentable situación creada, en la que por si fuera poco hemos malgastado tiempo y dinero, con informes por encargo, recados de mal gusto, descalificaciones y ya no se sabe cuantas tonterías más, que todavía hoy se siguen reproduciendo. Hemos pasado de que algún conselleiro se enterase de alguna fusión cuando ya estaba hecha a que sean los propios conselleiros los encargados de hacer las fusiones y el resultado a la vista está: todavía no hay fusión y en Vigo está montada una que no veas, con el alcalde Abel Caballero al frente.

Pero tiene que haber salida. Y cualquiera que se escoja será más rentable que el victimismo, sobre todo si hay consenso político y se retoma el diálogo con Caixanova, de modo que haya un acuerdo creíble para el Banco de España. Ojalá que no haya que esperar hasta el último minuto para conocer los datos reales de una operación que si ya, a priori, entusiasma poco o nada a Mafo, menos aún le atraerá si va acompañada de la desunión y el rechazo de una de las partes.

La tenacidad, junto con la mano tendida, también fue la herramienta principal de Julio Gayoso cuando encontró resistencia en Ourense a la fusión que dio pie a Caixanova. Y algo parecido le sucedió a José Luis Méndez cuando conquistó Santiago para Caixa Galicia. Estaría bien saber qué le recomendarían hoy a Feijóo quienes sí saben de fusiones.

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