Batasuna tiene prisa

El apoyo de todas las fuerzas políticas a la apertura del proceso de paz en Euskadi supone un amplio margen de co
El apoyo de todas las fuerzas políticas a la apertura del proceso de paz en Euskadi supone un amplio margen de confianza para el Gobierno y, a la vez, rescata al PP del aislamiento en que se había instalado frente a todos los demás partidos. Se trata de dos noticias de amplio alcance que darán paso, quizá pronto, a la otra gran asignatura pendiente -e indispensable- para que el proceso no descarrile: la legalización de la izquierda abertzale ligada a Batasuna, ya sea con este nombre o con otra marca electoral.

Los independentistas vascos siguen exteriorizando sus prisas mientras proclaman que tienen más paciencia que el santo Job. En realidad, no solo tienen prisa para afrontar el proceso de paz desde la legalidad, sino también porque necesitan ir preparando en condiciones las ya próximas elecciones municipales, generalmente un campo abonado para sus intereses. Y por eso mismo, si alguien tiene prisa por avanzar es Arnaldo Otegi, a quien el Gobierno ya le hizo sus primeros elogios una vez que tomo distancia de episodios violentos posteriores a la declaración de alto el fuego. Con todo, la legalización de Batasuna pasa por el cumplimiento de la ley de partidos, que Zapatero no tiene intención de derogar. El momento de la política llegará en cuanto se verifique el cese real de la violencia, una alternativa que parece contar con un amplio consenso, si bien no resuelve otro problema paralelo: las dudas judiciales en los procesos en curso. Y ahí sí que no caben medias tintas, ya que no se le puede pedir a los jueces flexibilidad, como si ellos actuaran por intereses políticos.

Parece que cuando las cosas se encarrilan donde parecía mas difícil, se complican allí donde estaban encauzadas. Y es que la decisión de Esquerra Republicana de pedir el no en el referendo del Estatut no sólo afecta a la cohesión y estabilidad del tripartito catalán, dos semanas después de su última remodelación. La legislatura de Pasqual Maragall puede resultar insostenible y terminar enredando el ambiente.