El avión se estrelló pero yo seguí volando

El avión se estrelló pero yo seguí volando. Ahora mismo no recuerdo si es el título de un di
El avión se estrelló pero yo seguí volando
El avión se estrelló pero yo seguí volando. Ahora mismo no recuerdo si es el título de un disco o de una canción de un grupo pop cuyo nombre desconozco. Incluso puede que sea el nombre del propio grupo. El caso es que la frase es, en sí, todo un microrrelato, una historia directa y sugerente. Es, además, una historia universal, algo que en algún momento nos ocurre a todos (o a casi todos), cuando la inercia nos lleva a perseverar prácticamente en solitario en viajes, aventuras o actitudes cuando, por el desarrollo de las circunstancias, ya no tiene sentido que lo hagamos.

Lo vemos casi a diario. En Galicia tenemos el ejemplo del sector de la boina, en el PP, cuyo avión también se estrelló cuando Rajoy tomó el mando del partido, pero que pese a todo siguen volando.

O creen que siguen volando.

O a lo mejor sí. A lo mejor realmente vuelan, pese a que el radar de la Torre de Control de Génova no les preste ya atención. En algún lugar he leído que el próximo mes de enero Cuiña celebrará el segundo aniversario de su defenestración con una nueva ofensiva.

¿Habrán tomado otro avión?