Apuesta urbana de Touriño

En este tipo de debates, hay cosas que suenan políticamente incorrectas, pero basta que nos adentremos en el dicc
Apuesta urbana de Touriño
En este tipo de debates, hay cosas que suenan políticamente incorrectas, pero basta que nos adentremos en el diccionario de la Real Academia para darnos cuenta de que una ciudad es eso, “un conjunto de edificios y calles, regidos por un ayuntamiento, cuya población densa y numerosa se dedica por lo común a actividades no agrícolas”. No agrícolas, precisa la RAE, que también nos plantea sin eufemismos “lo urbano, en oposición a lo rural”. Por algo los grandes países pivotan al menos sobre una gran ciudad. Otra cosa es que sea o no la capital. Por tanto, el problema de Galicia no es que Santiago sea la capital, sino que Galicia no tiene ni Nueva York ni Los Ángeles. ¿Qué sería de Cataluña sin Barcelona? Muy poca cosa. Y otro tanto podríamos decir si nos planteásemos qué sería de Aragón sin Zaragoza.

Las ciudades de cierta entidad aportan una vida social, cultural, comercial, financiera y empresarial que irradia vitalidad dentro y fuera de sí mismas. Pues bien, de Galicia se pueden decir extravagancias como que es en su conjunto una gran ciudad, llena de verdes jardines, pero si al acabar ponemos los pies en la tierra, vemos que Galicia no es una ciudad, sino un país, y que tampoco tiene ninguna gran ciudad, por mucho que Vigo y A Coruña, contando con sus áreas metropolitanas, empiecen a parecerse a ciudades intermedias. Y eso es en parte por razones históricas y en parte por decisiones políticas recientes, que frenaron los necesarios crecimientos de Vigo y de A Coruña. De hecho, el Gobierno de Galicia, salvo en la breve etapa de González Laxe, tuvo por lo general una concepción clientelar de las cosas, de espaldas a Vigo y A Coruña, dos ciudades que ya no pueden entenderse como municipios a la antigua usanza, sino como auténticas áreas metropolitanas, en las que procede tomar decisiones que refuercen su papel en Galicia. Se impone el consenso sin complejos y para ello quizá no estaría mal seguir la hoja de ruta que plantea el socialista Ismael Rego cuando dice que, al igual que en Galicia se alcanzaron grandes acuerdos en lo que afecta al gallego y a la articulación institucional, se debería haber llegado a otro gran pacto sobre el territorio.

No se trata de excluir a nadie, sino de potenciar a las grandes ciudades para que tiren del resto, atraigan población y conviertan Galicia en un gran país, en vez de una gigantesca residencia de ancianos. La solución no está exclusivamente en los despachos de los conselleiros, pero es evidente que también pasa por ellos, de ahí que los mensajes del presidente Pérez Touriño desde A Coruña y Vigo sean portadores de aire fresco, por más que parezcan electoralistas. Lo que está claro es que si el PSOE y el BNG, que gobiernan en Galicia, a la vez que en A Coruña y Vigo, no asumen ahora su trascendental papel, habrán dilapidado un inmenso capital político.