El alto el fuego lo eclipsó todo

Es lógico que en España se vuelva a hablar de esperanza, porque el país llevaba demasiado tiempo in
El alto el fuego lo eclipsó todo
Es lógico que en España se vuelva a hablar de esperanza, porque el país llevaba demasiado tiempo instalado en la desesperación. Prácticamente dos años, en los que sólo la bonanza económica permitió cierta estabilidad. Tras el alto el fuego de ETA, asuntos como la opa de Endesa o el Estatut pasaron, al fin, a un segundo plano, y el PP se alejó del búnker. Ninguna de estas noticias es estrictamente económica en sí misma -ni siquiera la politizada opa-, pero todas en su conjunto tienen una gran incidencia en la economía del país.

La decisión de Mariano Rajoy de recuperar su buen tono -el que tenía antes de que Aznar, Acebes y Zaplana se pusieran a avinagrarle el carácter gallego irónico- es también un factor de estabilidad para un país donde la crispación ya estaba amenazando las relaciones entre empresarios catalanes y el reto del Estado. En semejante trampa cayó incluso el veterano José María Cuevas, para después arrepentirse entre lamentos que, la verdad, no inspiran demasiado consuelo.

El joven presidente Zapatero va de este modo camino de gran estadista, aunque son tantas las etapas que debe superar que tampoco está libre de quedarse en lo que ahora es. Buenas noticias, por tanto, en el frente habitual de las malas noticias y regulares noticias para la maquillada economía española. Europa no avanza como exige la globalización y si la UE se estanca, España lo sufrirá más tarde o más temprano, mientras acumula problemas domésticos como la inflación o el déficit comercial.

Bruselas parece paralizada a la espera de las elecciones presidenciales francesas, sin que la locomotora alemana termine de arrancar ni, menos aún, se vislumbren liderazgos como los que protagonizaron en los ochenta y noventa los ya míticos Delors, Kohl, Mitterrand y González.

No es de extrañar, por tanto, que el último Consejo Europeo, se saldara con compromisos de trámite, al tiempo que los líderes de los Veinticinco ponían sus ojos sobre Zapatero, asumiendo de paso esas palabras de Chirac cuando sentenciaba que la esperanza de España es la esperanza de Europa.

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Artículo publicado en la revista Capital.