¿Qué es el silencio neuronal?

Persona en silencio. / Motoki Tonn. / Unsplash
Persona en silencio. / Motoki Tonn. / Unsplash
Mayor silencio cerebral supone muchos beneficios para los procesos cognitivos, pero sobre todo se correlaciona con una mayor satisfacción vital. Una mente divagante es una mente infeliz. Hoy podríamos decir que una mente en silencio es una mente feliz. 
¿Qué es el silencio neuronal?

“Quien habla miente, el que saborea conoce”, decía la poeta sufí Rabía. Las experiencias de mayor entendimiento no surgen siempre bajo una dialéctica o inferencia lógica, surgen al estar en silencio y simplemente saborear. "Saber" significa saborear pero también aprender, curioso.

Casi nadie duda ya de los beneficios de la meditación, ya sea por su permanencia en la historia, por las sólidas evidencias científicas o por la duradera aceptación social que le hace superar el adjetivo de moda. Entre otras cosas, la meditación nos recuerda que el silencio tiene una profunda capacidad sanadora. Quienes comienzan a meditar o nunca lo han hecho, se preguntan, a veces con ironía o sarcasmo, qué es eso de no hacer nada. Sentarse a meditar o meditar en movimiento no es no hacer nada, es trabajar la atención, y con ello la regulación de las emociones y la perspectiva de nuestro propio yo. Pero, ¿cómo puede la atención traer el silencio?

Hace ya mas de 20 años Marcus Raichle, de la Universidad de Washington, mostró que nuestro cerebro pasa una gran parte del día en un modo conocido en neurociencia como la red por defecto. En ese modo estamos bajo una especie de ensoñación, donde espontáneamente recordamos sucesos, imaginamos otros, tenemos un gran diálogo interior y todo ello en general bañado por el narcisismo. Casi siempre somos protagonistas de esas breves películas y diálogos que surgen de forma involuntaria. En este modo, nuestro cerebro parece reposar, y se consolida la idea del yo. En ese modo, no estamos haciendo nada. Si nos sacan de dicha ensoñación y nos preguntan, diremos que no estábamos haciendo nada ya que es una ensoñación y casi no la recordamos.  Lo sorprendente es que ese estado supone sólo el 5 o 10% menos de energía para el cerebro que estar realizando una tarea, por ejemplo pensar en alguien, leer este artículo u observar atentamente un árbol.  Estamos casi todo el día en esa ensoñación, nuestro cerebro no para. Los budistas le llamaron "La mente del mono", Santa Teresa de Jesús "La loca de la casa", William James "La corriente de conciencia", y hoy la neurociencia le llama "Red neuronal por defecto". Es una red formada por diferentes áreas cerebrales, que se conectan “por defecto”. Involucra zonas como el lóbulo parietal (memoria y planificación), la corteza prefrontal (inhibición y control, evaluación propia), la corteza cinglada (integración de las emociones), el precuneo (sensaciones, el cuerpo) y la corteza parietal (el lenguaje). Sobre todo hay mucho lenguaje. Marcus Raichle llamó a esta actividad basal la energía oscura del cerebro, como símil de la energía invisible que representa la mayor masa del universo.

Son muchas las terapias o procesos de crecimiento personal que hoy se apoyan en la meditación para favorecer el silencio interior y así poder escuchar u observar qué nos pasa y cómo es nuestro entorno. Sin embargo, a veces se basan en procesos que pueden caer en el narcisismo mediante la ansiada búsqueda de la motivación.

Sin embargo, no todos tenemos el mismo nivel de red por defecto. No todos tenemos el mismo ruido cerebral. Hay quienes tienen un ruido muy alto, siendo más propensos por ejemplo a enfermedades neurodegenerativas y ansiedad, y quienes tienen un cerebro en silencio. Si la red por defecto es un estado de ensoñación que implica recordar, imaginar y hablar de forma espontánea, trabajar la atención, es decir entrenar vivir en el presente, supondría una ruptura de la imaginación, memoria y diálogo incesante. Uno de los resultados mas sólidos de la neurociencia de la meditación es que la práctica regular disminuye la red por defecto. No la disminuye solo cuando estamos meditando, sino todo el día. Baja la energía oscura del cerebro, el ruido, y por tanto, está más en silencio. Mayor silencio cerebral supone muchos beneficios para los procesos cognitivos, pero sobre todo se correlaciona con una mayor satisfacción vital. Una mente divagante es una mente infeliz. Esta poderosa sentencia daba título a uno de los artículos más celebres de la psicología, publicado en la revista Science en el año 2010. Hoy podríamos decir, una mente en silencio es una mente feliz.  

Aprender a estar en silencio no es fácil, muchas veces asusta y da vertigo. En el año 2014 la revista Science publicó un articulo que mostraba que el 25% de las mujeres y el 67% de los hombres prefieren sufrir descargas eléctricas a estar solos ante sus pensamientos. No sabemos estar con nosotros o ese ruido de fondo es molesto. Caben las dos lecturas. Lo que sí está claro es que la sociedad nos lleva a favorecer ese ruido de fondo, y lo hace mediante el fortalecimiento del yo, del ego. El ruido de fondo gira en espiral en torno a pensamientos sobre nosotros mismos, es una construcción recurrente del yo. Meditar favorece la des-identificación con el yo, y eso se refleja en la disminución del ruido o red por defecto. Somos el centro de nuestro universo, y desde esa referencia sentimos más el ruido de fondo.

Son muchas las terapias o procesos de crecimiento personal que hoy se apoyan en la meditación para favorecer el silencio interior y así poder escuchar u observar qué nos pasa y cómo es nuestro entorno. Sin embargo, a veces se basan en procesos que pueden caer en el narcisismo mediante la ansiada búsqueda de la motivación. Vivir con entusiasmo y motivación es sin duda saludable, pero luchar por un sueño y trabajar la aceptación parece ser un equilibrio extremadamente difícil. Definir la personalidad y buscar la motivación en la vida podría llevarnos a reducirnos, a ponernos límites, a un precipitado colapso de la onda. Las metáforas con la física cuántica son para muchos muy inspiradoras. Pues fíjense, antes de medir una partícula ésta está probablemente en muchos lugares a la vez, y solo al medirla hacemos que colapse a uno de ellos. Hemos reducido su complejidad, su riqueza, su magia. Yo soy muchas cosas a la vez, soy un prisma de personalidades y de gustos, de motivaciones. Buscar el apego a una motivación para que sea ésta la que guíe nuestra vida y no nosotros parece un buen truco, pero creo que no funciona. Perseguir un sueño es fijarse un camino, pero se advierte al caminante que no hay camino sino que se hace al andar. Cuando se parte de ahí, reina el silencio, surge la humildad, la sencillez y se abandona la determinación clásica del sueño para pasar a ese mundo cuántico de probabilidades que es simplemente ser.  Que el silencio dormido no pase a ser soñado. @mundiario

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