El reto de la buena noticia

Hombre leyendo un periódico. / Kyle Ryan. / Unsplash
Hombre leyendo un periódico. / Kyle Ryan. / Unsplash
La felicidad se ha convertido en un objetivo central de nuestra cultura, y aunque es difícil definir la felicidad, casi todos sabemos que queremos serlo.
El reto de la buena noticia

Llevo un par de semanas siguiendo los noticieros de la mañana en la TV, con el mando en la mano, voy cambiando entre los canales  o haciendo zapping como algunos prefieren llamarlo, en la búsqueda de la buena noticia del día. Después de 10 días consecutivos, y muchos cafés, al fin conseguí oír a la presentadora decir, "… y a continuación tenemos una buena noticia". ¡Al fin lo conseguí! Tuve que oír diez días de titulares sobre asesinos y sus juicios, políticos mentirosos en desacuerdo para todo menos para subirse el sueldo y desastres naturales, pero lo logré. No estaría bien de mi parte dejaros con el deseo de saber cuál fue la única buena noticia, se trató de un breve comentario sobre un grupo de científicos que habían empezado a ensayar una posible vacuna contra el coronavirus.

Desde mi humilde butaca, también observo las conversaciones en la calle sobre la injusticia de las pensiones, de los que reniegan del clima, del tráfico, de alza de los precios, de la delincuencia. Y en los diarios que me encuentro en los bares y cafeterías más de lo mismo.

La mayoría estamos expuestos a un bombardeo de malas noticias a diario, por lo que nos es de extrañar que según el Ministerio de Sanidad español, en el 2019 el consumo de ansiolíticos haya crecido hasta llegar a los 55 DHD (dosis diaria definida por cada 1000 habitantes), lo que supone que un 5,5% de españoles toma este medicamento a diario, esta cifra es superior a la media en Europa que reporta 48 DHD.

Por otro lado, hay quienes preguntan ¿qué tal si cambiáramos la conversación y habláramos del amor, de la felicidad, de lo bonito que se siente al recibir un abrazo, un “gracias por tu ayuda”? O que un amigo te diga: "¿te puedo ayudar en algo?"

Pienso que sin duda, sería valioso que introdujésemos en nuestra conversación aquellos temas y palabras motivadoras, pero haría falta que los medios se unan a este propósito también.

No quiero decir, ni pretendo pedir, que se ignore la información negativa, ésta forma parte del día a día y los periodistas y los medios están para informar, no obstante, podrían poner el mismo empeño en informar sobre sucesos positivos. Teniendo además en cuenta que la felicidad se ha convertido en un objetivo central de nuestra cultura, y que aunque es difícil definir la felicidad, casi todos sabemos que queremos ser felices. Entonces debemos abogar por el equilibrio informativo, para mejorar el bienestar subjetivo, que es un término psicológico y sociológico que indica la valoración que los seres humanos tienen respecto a la satisfacción con la vida y la felicidad.

Mi propuesta del equilibrio informativo, se sustenta en investigaciones científicas, entre las que destaca el trabajo de Sonja Lyubomirsky y su equipo de la Universidad de California Riverside, que encontró que las personas felices interpretan los eventos de la vida y las situaciones cotidianas de una forma en la que parecen mantener su felicidad, mientras que las personas infelices interpretan las experiencias, de manera que parecen reforzar la infelicidad. Entonces en los día que nuestro ánimo está siendo invadido por sentimientos de infelicidad, los medios que solo presenten noticias negativas, contribuyen a que se refuerce negativamente nuestra percepción de las cosas, de la vida cotidiana y de todo lo que nos rodea, como más oscuro y depresivo. Para resolverlo, solo hace falta poner atención también en las buenas noticias e informarlas.

Qué tal si empezamos el reto de cuántos días tardas en oír decir "a continuación una buena noticia" en el informativo diario, ¿te unes? @mundiario

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