Son pocos, pero a qué velocidad degradan la convivencia

El edil de Podemos que casó a una pareja disfrazado de cura. / RR SS
El edil de Podemos que casó a una pareja disfrazado de cura. / RR SS

El mastuerzo edil se llama Javier Botella y, a partir de ahora, será conocido por tan majadera y ofensiva actitud, que habría merecido similares calificativos de haberse ataviado de imán

Son pocos, pero a qué velocidad degradan la convivencia

La noticia saltó en su día a los medios de comunicación con alardes tipográficos: “Un concejal de Podemos en el Ayuntamiento del Puerto de Santa María oficia una boda civil disfrazado de cura y con una bufanda del Fútbol Club Barcelona”.

El mastuerzo edil se llama Javier Botella y, a partir de ahora, será conocido por tan majadera y ofensiva actitud, que habría merecido similares calificativos de haberse ataviado de imán, aunque en este caso conllevaría una cierta dosis de descerebrada bravura dada la contundente reacción que de inmediato habría obtenido entre los hijos de Alá.

A estas alturas de la función pocas, muy pocas, cosas de cuantas suceden en el vodevil de la vida pública me hacen clamar por los clavos de Cristo o por las barbas de Santa Claus, pero me eriza un sentimiento de encono –de mala leche, quiero decir– que tipos de esa calaña y nimiedad intelectual desempeñen cargos en las instituciones democráticas, de las que hacen uso a modo de papel higiénico. Se burlan de las instituciones y de las creencias religiosas de millones de ciudadanos que no tienen por qué aguantar esta espiral de insultos por parte de una banda de advenedizos sin dos dedos de luces y sin principios. Son pocos, pero a qué velocidad degradan la convivencia.

¿Los novios? Dios los cría y ellos se juntan.

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