La muerte de Diana Quer revela la vulgaridad y la banalidad de otro asesinato

Diana Quer. / Mundiario
Diana Quer. / Mundiario

La muerte de Diana Quer es el desenlace triste y vulgar, quizá el más esperado, de una historia que nos ha mantenido en vilo a muchos que tenemos hijos.

La muerte de Diana Quer revela la vulgaridad y la banalidad de otro asesinato

Se cierra el círculo. Éramos muchos, desde nuestra ignorancia más pueril, quienes pensábamos que era posible otro desenlace a una historia que los medios se encargaron de trufar como un melodrama que rozaba la ternura y el patetismo dentro de su particular tragedia.

La desaparición de Diana se llenó de literatura, de muy mala literatura. Niña triste y rica, con ínfulas de modelo y actriz. Rebelde, feliz a veces y coqueta en ese adictivo mundo de Twitter e Instagram.

A diferencia de otros desaparecidos, Diana reunía todos los rasgos formales y estéticos para que la prensa la convirtiera en mártir, en princesa de cuento y en símbolo de una infancia interrumpida.

Miles de horas de televisión, de debates, de entrevistas, de tertulias y de documentales que, como espectador, convirtieron la desaparición de Diana en una épica, en un relato propio de la ficción detectivesca, dejando de lado el sufrimiento extremo, terminal, de toda una familia.

Pero la realidad pone las cosas en su sitio y ese relato épico de los medios ha quedado, por desgracia, en nada. No había nada épico ni literario tras la desaparición de Diana, sino el triste, vulgar y chabacano asesinato de una joven a cargo de un tipo que tiene un rostro tan hortera como su apodo, El Chicle.

Diana Quer. / @valeriaaquer_ en Instagram

Diana Quer. / @valeriaaquer_ en Instagram

Ahora ya no habrá nada poético, ni rutilante, ni excelso en la ausencia de Diana, sino el relato simple de un idiota que optó por asesinar a una muchacha aquella noche de feria, como tantos otros hombres, feos, muy feos, acomplejados, sosos, muy sosos y extraordinariamente zoquetes, que matan porque es simple, porque quizá se aburren o porque están llenos de rencor y el rencor es más sencillo y tribal que cualquier instinto primario.

Porque no hay nada  filmográfico detrás de El Chicle, salvo un historial de trapicheos, robos en gasolineras y peleas de discoteca y con algún presunto intento de violación, según su cuñada. El tipo  no es uno de esos asesinos sibaritas de los thrillers oscarizados. No, rotudamente no.

Sin embargo, hay algo que me deja verdaderamente intranquilo en toda esta traumática crónica. Esa mujer, esa pareja de El Chicle, que lo sabía, que había apoyado la coartada.Esa mujer.

¿Qué clase de alma se aloja en ella para que pueda callar un crimen tanto tiempo?

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