Detrás de muchos youtubers no hay nada, solo el vacío y muchas ganas de morirme

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Youtubers. / Conocer Asturias

Decepciona comprobar como detrás de una gran parte de los youtubers más famosos no hay absolutamente nada, solo el vacío cultural al que la globalización nos aboca.

Detrás de muchos youtubers no hay nada, solo el vacío y muchas ganas de morirme

Llevo varios meses perdiendo el tiempo viendo vídeos de youtubers e influencers, algunos con millones de suscriptores y con millones en su cuenta corriente.

Y tengo que decir que, salvo algunas excepciones, donde he visto algo de creatividad y de ironía inteligente, la mayor parte de ellos son la nada. He visto el vacío más absoluto en cada uno de esos vídeos. Ha sido como meterse en una habitación a oscuras para que te peguen palos hasta caer muerto. Tenía dos opciones: o el suicidio repasando varias temporadas de Friends o escribir este artículo. Sé que muchos habrían agradecido lo primero.

Ha sido horrible, la negritud más absoluta. Estrellé mi taza de Star Wars contra la tele ayer por la noche. No pude más. Hay youtubers que recorren Europa para comer únicamente en Mc Donald´s, repitiendo las mismas frases guays, sin sujeto ni predicado, cada vez que se levantan por la mañana. Hay otros que hacen la compra montados en un cochecito de feria y diciendo paridas de repetidor rebotado de Primero de ESO. Hay otros que hacen experimentos con Coca-Cola y nitrógeno sin más finalidad que llenarse de mierda y otros que aguantan sin dormir cuarenta y ocho horas, y otros que hablan de sexo como si fuesen osos amorosos. Ya, ya te irás a vivir con la pareja y te enterarás bien de que el sexo es una M, cuando llegan la hipoteca, los niños y las facturas de El Corte Inglés.

No voy a seguir. El vacío. Solo el vacío. No puedo sorprenderme, sin embargo. Es la tendencia y va a ser la tendencia que pondrá fin a la civilización. Va a ser un exterminio lento. No será el botón rojo del coreano.

Ser popular es el único talento que merece la pena hoy en día. No importan tus logros creativos e intelectuales. Europa y medio mundo están abocados a esto, a llenar los museos con instalaciones de Yoko Ono, a llenar los estadios con conciertos de triunfitos y las librerías con Coelho y Bucay. ¡Cómo me joden los libros llenos de optimismo! ¡Que vamos a morir todos! A ver si se entera la gente.

Insisto. No te preguntes qué hay detrás de esta cultura de los likes y los influencers. No hay nada. Absolutamente nada.

Lo más fuerte de estos youtubers es que te machacan suplicándote constantemente que le des a los me gustas y que te suscribas a su canal. Porque es lo único que persiguen, forrarse con esa otra nada que hay al otro lado del móvil y de la Smart TV.

Son los nuevos evangelistas, los nuevos sofistas, los nuevos vendedores de crecepelo. Al menos aquellos tenían oratoria, pero estos, nada, la renada, la requetenada. Pero es adictiva como las sectas y sus suicidios colectivos.

Quizá, a partir de ahora, mis artículos se llenen de haters, pero me da igual. No se puede luchar contra la nada y esta avanza, y acabará engulléndonos como un jodido agujero negro. O quizá ya lo haya hecho.

Bueno, debo confesar que hay una youtubera, Soy una pringada, que dice verdades como puños y un profesor de Bellas Artes, Antonio García Villarán, cuyos vídeos son muy ilustrativos, críticos en ocasiones con la mitificación de muchos artistas aparentemente intocables. Por estos dos, no debería haber destrozado mi TV. Pero es que youtubers kill TV stars. Esto último es malo, muy malo. Pero no lo borro.

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