Galicia Debate Lugo se estrena hablando sobre el presente y futuro de la democracia

Lugo. / Google Maps
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Además, se sugirieron temas como el de la alternativa de Altri y las fibras textiles como opción para Galicia, o la situación de la despoblación y sus amenazas.
Galicia Debate Lugo se estrena hablando sobre el presente y futuro de la democracia

Con una significativa concurrencia, Galicia Debate estrenó su actividad en Lugo, planteando una reflexión sobre el presente y futuro de nuestra Democracia.

Les habían solicitado al magistrado Luís Villares, y a uno de los fundadores de Galicia Debate, José Luís Martín Palacín que abrieran el fuego sobre el tema, y ellos -además de entregar a los numerosos asistentes un guion muy amplio, que recogía los principales hitos, aciertos y deficiencias de nuestros 44 años de democracia- trataron de suscitar la conversación sobre el tema.

Se planteó nuestra transición a la Democracia no solamente como la obra de unas personas que se enfrentaron a una sucesión de la dictadura a otro régimen que cumpliera formalmente las condiciones formales democráticas y la legitimación de la monarquía, sino como la obligada respuesta a una larga lucha especialmente de la clase obrera, pero también de otros sectores de la población, como el movimiento ciudadano, el movimiento de mujeres, el universitario, el cultural y el de numerosos profesionales, en las reivindicaciones sectoriales y en la exigencia de libertades.

Movimientos que hacen ver la necesidad de un cambio democrático, y que obligan a una negociación entre los sectores más abiertos y realistas procedentes de la dictadura, y los sectores democráticos, que han ido agrupándose en partidos políticos clandestinos y en movimientos sindicales y sociales de manera irreversible.

Se analiza la herencia de una arruinada Economía, que obliga a los llamados pactos de la Moncloa, y a abordar la reconversión industrial, aunque ésta se considera incompleta al quedarse en un mero saneamiento financiero, y al conformarse con dejar la industria reducida al 16% del PIB siguiendo el modelo europeo: algo que posteriormente -especialmente en la pandemia- se ha puesto en evidencia que dejaba a España y a Europa desprovistas de instrumentos propios para afrontar las necesidades en situaciones extremas, y dependientes de la producción de terceros países, al colapso y encarecimiento de los transportes, e incluso ante la insuficiencia y dependencia energética.

Se analizó nuestra Constitución como algo no anticuado, sino moderno y capaz de asumir los problemas de la diversidad de España, y de asumir principios y medidas para un verdadero Estado Social de Derecho, muy cercano a los avances socialdemócratas europeos posteriores a la Segunda Guerra mundial.

Aunque se considere necesaria una modificación de la Constitución, se ve más ésta como una variación de estatus en los derechos y en las medidas económico-sociales, con una subida de grado de casi todas ellas, para afianzar su solidez, ya determinada en las diversas leyes en las que se ha ido consolidando y en el propio ejercicio real de sus funciones. Lo que se trata es de imprimirles más garantías y menos posibilidad de cambiar dichas conquistas por simples mayorías legislativas.

Se reflexiona sobre si la Constitución es rígida en relación con las exigencias para su modificación, llegando a la conclusión, tras diversas intervenciones, de que lo que pretendieron nuestros constituyentes fue evitar las veleidades históricas de nuestro siglo XIX, que hicieron frágil el desenvolvimiento de nuestra Democracia.

No hubo tiempo para analizar la realidad y distribución territorial de nuestro Sistema Democrático, aunque diversas intervenciones reconocieron el acierto del reconocimiento de la diversidad y de la solidaridad, así como haber trazado una realidad federal de facto, que garantiza la diversidad y el autogobierno.

Si se abordó la necesidad del reconocimiento de que España es una realidad compleja, que necesita de un Estado cargado de diversidades. Así como la necesidad de hilar muy fino para garantizar el papel de los ciudadanos de los diversos territorios y de la armonía entre todos ellos.

En ese sentido, se puso de relieve que la fragmentación representativa actual, aparte de haber sido tal vez un fracaso del llamado bipartidismo, ha puesto a prueba nuestra Democracia, de forma que en los últimos tres años de Gobierno se ha logrado algo que jamás se había alcanzado de manera tan clara: la responsabilidad de una mayoría de partidos ha logrado una mayor negociación de las medidas a adoptar, alcanzando un acuerdo entre diversas fuerzas políticas para muy diversas decisiones de vital importancia de tipo político y social y en derechos humanos. Aunque se lamentaba tanto la irrupción de la extrema derecha como la confrontación en bloques, que conviene buscar la manera de suavizar.

Hubo diversas intervenciones que se refirieron a aspectos de nuestra transición (algunas lamentando la imposibilidad de una ruptura en su momento), y otras lamentando que las derechas en su propaganda política, y buscando el voto de otras regiones, traten de alimentar las discrepancias con territorios como Euskadi o Cataluña, poniendo de relieve el papel de los independentismos. Aunque se ponía de relieve la finura en el tratamiento de estos temas por parte del Gobierno actual, al tender puentes de diálogo con partidos de este sesgo -especialmente en Cataluña- tratando de normalizar las relaciones y rebajar la confrontación.

Todos los asistentes reconocieron que el tema daba para un seminario completo, analizando los diferentes aspectos, pero se felicitaron de constituir un foro como Galicia Debate para ir abordando la muy diversa temática de interés.

Además se sugirieron temas como el de la alternativa de Altri y las fibras textiles como opción para Galicia, o el tema de la despoblación y sus amenazas. @mundiario

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