El futuro de Latinoamérica

Debate sobre Latinoaméria. /Galicia Debate
Debate sobre Latinoamérica. / Galicia Debate
Galicia Debate valoró el hecho de que en los cinco países con una economía más desarrollada haya ganado las elecciones una izquierda consciente de que los cambios sociales, económicos y culturales han de desarrollarlos desde políticas realistas y prudentes.
El futuro de Latinoamérica

Galicia Debate Compostela celebró su encuentro sobre El Futuro de Latinoamérica. Los ponentes convocados eran Antón Leis, director general de la Agencia Española de Cooperación y Desarrollo, y María Xosé Porteiro, alguien con un largo recorrido político que, entre otros lugares pasó por Argentina y Uruguay. Coordinó el debate el conocido periodista lucense Fidel Fernán Bello.

A María Xosé Porteiro le surgió un compromiso inaplazable y no pudo asistir, pero tuvo la deferencia de enviar un escrito con sus ideas, que se leyó y contribuyó también al debate. 

Antón Leis presentó con un amplio conocimiento y detalles esclarecedores, una visión muy completa de la situación de los países latinoamericanos, incidiendo no sólo en la esperanza de futuro con la renovación de poderes y de perspectivas en países como Honduras Chile y Colombia, asi como la gran esperanza de Brasil con Lula da Silva (que se ha visto confirmada con su victoria del 30 de octubre), sino también en la posible renovación de las relaciones entre Latinoamérica y la Unión Europea, especialmente a partir de la presidencia española en el próximo semestre.

Tanto en las exposiciones como en el debate se realizó un análisis de los países de América Latina y El Caribe, que reúnen a 640 millones de habitantes. Países que llevan décadas sin pelear entre sí, y que están atravesados por una característica constante de una enorme desigualdad social, y todos con una enorme pobreza, de forma que aquellos que tienen una economía más boyante están en la línea de “países en desarrollo”. México, que es el más avanzado económicamente apenas tiene una renta per cápita de 10.100 millones de dólares.

La característica común ha sido la dependencia económica, tecnológica, militar y político-ideológica respecto a los Estados Unidos de Norteamérica, a partir de la llamada “doctrina Monroe”, y a través de lo que algunos llaman “el criollismo”, los descendientes de europeos que se hicieron con los mandos de la independencia, pero sustituyeron al colonialismo en la dominación económica y social de cada país. Influencia que ha llevado en décadas anteriores a diversos golpes de Estado y a bloqueos que han frenado y sometido el desarrollo tanto político como económico de estos países.

Aunque la Unión Europea es el mayor inversor actual en Latinoamérica, eso no lo traduce en una relación política de alianzas ni de intercambio de valores. Aunque se analizó la oportunidad que se presenta a partir del hecho de que en los cinco países con una economía más influyente ha ganado las presidencias la izquierda con programas sociales homologables con los principios que defiende la Unión Europea. Y, a mayor abundamiento se comenta la oportunidad de la posible celebración de una cumbre entre todos los países latinoamericanos y la UE aprovechando la próxima presidencia española de la Unión en el primer semestre de 2023.

Como característica común de todos los países se analiza la enorme fragmentación político-ideológica en dos bloques prácticamente igualados, y la existencia de algunos regímenes que se proclaman izquierdistas, pero que practican una política populista y cargada de un autoritarismo que es un elemento que manejan los sectores reaccionarios frente a los programas socializantes de la izquierda en los restantes países.

Hay otras características que en mayor o menor medida comparten los diversos países. Una es la corrupción, incrustada en las diversas instituciones del Estado. Otra es la violencia de las sociedades: México, El Salvador, la misma Honduras o Colombia son un ejemplo claro de ello. Aunque Colombia ha encontrado un camino -aún frágil- de normalización a partir de los acuerdos de paz que al menos pusieron formalmente fin a la guerra civil.

Y la tercera característica es la de una enorme influencia religiosa, donde el catolicismo -que tenía la hegemonía, y del cual salieron desde ciertos movimientos educativos (Fe y Alegría de los jesuitas, por ejemplo) hasta una reivindicación de justicia social que terminó cuajando en la llamada teología de la liberación- se ha visto relevado por movimientos religiosos de sectas protestantes, como los evangélicos y los pentecostales, que además de mover misteriosamente mucho dinero están interviniendo de modo muy activo en política y en un movimiento ideológico de carácter reaccionario, contrario a la igualdad, a muchos derechos sociales e individuales, y al sostenimiento de gobiernos conservadores, cuyo ejemplo más claro (sin ser el único) es el de Bolsonaro en Brasil.

Como se decía al principio, en el debate se valoró como positivo y esperanzador el hecho de que en los cinco países con una economía más elevada hayan ganado las elecciones sectores más inclinados al progreso y a la igualdad y a la justicia social, desde una izquierda consciente de que los cambios sociales, económicos y culturales que puede generar ha de desarrollarlos desde políticas realistas y concretas, alejadas del radicalismo suicida que en muchos momentos del pasado han convertido algunos intentos en el continente en fugaces intentos. @mundiario


Se puede seguir el debate en la página Web de Galicia Debate.

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