Victorino Núñez o la memoria del centrismo galleguista

Retrato de Victorino Núñez en el Parlamento de Galicia. / Mundiario
Retrato de Victorino Núñez en el Parlamento de Galicia. / Mundiario

Siempre se consideró centrista y galleguista, y habló de la necesidad de ampliar el autogobierno aprovechando los "aires federalizantes" que en su opinión soplaban en su etapa al frente del Parlamento.

Victorino Núñez o la memoria del centrismo galleguista

David Lombao rememoró en el digital Praza el discurso pronunciado hace ahora un cuarto de siglo por el entonces presidente del Parlamento gallego, Victorino Núñez, en la apertura de cuarta legislatura autonómica, la segunda de un Fraga que acababa de revalidar y ampliar la mayoría absoluta obtenida por los pelos cuatro años antes. Núñez, que siempre se consideró centrista y galleguista, habló de la necesidad de ampliar el autogobierno aprovechando los "aires federalizantes" que en su opinión soplaban en aquel momento. Proponía abiertamente ir vaciando de competencias a la administración general del Estado en beneficio de las comunidades, que a su vez deberían transferir algunas de ellas hacia abajo, a las instituciones locales, las más cercanas al ciudadano.

Es, por muchas razones, oportuno recordar la figura y las ideas de Victorino Núñez en el momento en que desde algunos ámbitos de la derecha sociológica, mediática y política se plantea una vez más una recentralización competencial, a la que parece apuntarse el "nuevo" Partido Popular de Pablo Casado. Desde que Fraga y Cuiña salieron de escena, en el Pepedegá ha ido perdiendo peso el discurso tímidamente galleguista pero firmemente autonomista que tanto contribuyó a la consolidación del PP como fuerza hegemónica en Galicia, junto al tirón del propio Don Manuel, trasmutado en adalidad de la España de las Autonomías de la que tanto recelaba en el proceso constituyente. Los populares están un tanto descolocados en ese terreno por la irrupción de un Ciudadanos y Vox proponiendo una revisión a fondo del modelo territorial.

De profesión secretario municipal, Núñez, fallecido en 2010, dedicó más de treinta años de su vida a la política. Se incorporó a la vida pública en la Transición de la mano de Eulogio Gómez Franqueira, del que fue un estrecho colaborador. Logró acta de concejal, por la UCD, en el ayuntamiento de Ourense en las primeras elecciones municipales democráticas, en 1979, lo que le permitió acceder a la presidencia de la Diputación Provincial. Ocupó ese cargo durante casi tres lustros, compatibilizándolo con un asiento en el Senado. Tras la desaparición de la UCD, con otros discípulos de Franqueira, cofundó Coalición Galega (CG), el partido que pretendía ser la versión galaica de Convergencia i Unió o del PNV y que acabó rompiéndose con la escisión del Partido Nacionalista Galego (PNG). Los restos ourensanos de CG alumbraron Centristas de Galicia, cuya contribución fue esencial, vía coalición electoral, para que Fraga se hiciera con la Xunta en 1989. Finalmente los centristas se disolvieron en el PP, aunque sin renunciar a una cierta autonomía, que José Luis Baltar, el heredero de Núñez, hizo valer en episodios críticos para el fraguismo.

A día de hoy, el auténtico heredero del pensamiento "victorinista" es José Manuel Baltar. Aún bajo las siglas del PP, logró mantener un cierta autonomía operativa en el inexpugable feudo ourensano. Allí manda él. Como su padre, Baltar junior profesa un galleguismo ligth, en la línea del que defendían Núñez y Cuiña, que a su vez bebe de las fuentes del primer regionalismo y sobre todo de la generación Nós, de Vicente Risco y Otero Pedrayo. Claro que el presidente de la Diputación es además partidario de potenciar el papel de las administraciones locales, de reformarlas para que el ciudadano las sienta más suyas, en definitiva de evitar que las autonomías reproduzcan a su escala el modelo centralista del viejo estado unitario. Eso probablemente también lo suscribiría Victorino y así lo apuntó en el discurso que ahora se recuerda.

Si Núñez levantara la cabeza, tal vez amagara una vez más con la escisión del PP de Ourense –o sea, con la resurrección de "sus" Centristas– por disconformidad con esa especie de resurrección de la vieja Alianza Popular a la que apunta el "casadismo". Él, como el resto de los naufrágos de UCD que se subieron al barco de Fraga, siempre se sintió conservador, pero no "conservaduro" y nunca se creyó el cuento de la refundación del centro político por parte de un Aznar a quien Victorino siempre pensó que la derecha gallega encarnada en el Pepedegá no le debía nada. O casi nada. @mundiario

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