Sin verbenas no hay normalidad

Carballeira donde se celebran las fiestas de Brión (A Coruña), entre ellas la de Santa Minia. / Mundiario
Carballeira donde se celebran las fiestas de Brión (A Coruña), entre ellas la de Santa Minia. / Mundiario
El decreto sobre la nueva normalidad de la Xunta fija el 1 de julio también para abrir discotecas, áreas recreativas y atracciones.
Sin verbenas no hay normalidad

Las verbenas y fiestas populares volverán a Galicia a partir del 1 de julio. El decreto sobre la nueva normalidad de la Xunta fija esta fecha también para abrir discotecas, áreas recreativas y atracciones. Aunque por ahora reina la incertidumbre, las orquestas gallegas confían en poder reencontrarse con su público. Todo depende ahora de las comisiones de fiestas, los promotores, los músicos y del público al que se deben estos artistas populares que gozan del cariño, la consideración y la admiración de gentes de todas las edades en aldeas, pueblos, villas y ciudades de toda Galicia y de media España, cuyas verbenas amenizan desde la primavera hasta el otoño. Por eso ya hay romerías y fiestas gastronómicas que se las llevó por delante la misma crisis sanitaria que nos robó la primavera.

Levantado el estado de alarma, llega el momento de aplicar las normas del DOG a las que habrán de ajustarse las actuaciones de las orquestas y que estarán en función de cómo se vaya desarrollando la dichosa desescalada. Se da por sentado que tendrán que cumplirse las medidas generales de seguridad e higiene dictadas para los eventos con asistencia de público. Ello incluye la reducción de aforo y la distancia física que, bien mirado, al tiempo que minimiza el riesgo de contagiar el coronavirus, impide eso de bailar pegados que ya de por sí se estaba perdiendo. Hace ya tiempo que la inmensa mayoría del público que acude a las verbenas se limita a disfrutar pasivamente del espectáculo, que es el principal atractivo. Es como si acudiera a un concierto. Casi nadie baila y menos aún en pareja.

Varios miles de familias, no solo las vinculadas a las orquestas, viven –o medio viven– en Galicia de esa gran industria estacional que son las verbenas, las fiestas populares o las romerías. Si se suspendieran las que aún están a tiempo de celebrarse, para el sector el daño económico podría ser irreparable. El forzoso acortamiento de la temporada deja algunos grupos por el camino, aunque no todo está perdido. De ahí que el sector esté llamando a todas las puertas en demanda de un apoyo similar al que van a recibir otras actividades del ámbito cultural y artístico. Pero lo que quieren es poder actuar, volver a montar sus escenarios móviles y desplegar sus equipos de luces y sonido. El objetivo es ganarse el pan inundando de alegría durante unas horas los campos de fiestas, las carballeiras, los malecones, los paseos marítimos en los que anhelan reencontrarse con los incondicionales de este tipo de celebraciones.

No solo los verbeneros, para la población en general, para su recuperación anímica, incluso física, es de vital importancia que este verano puedan celebrarse las fiestas populares más arraigadas, aunque sea en un formato reducido en duración y asistencia, con distancia social y mascarillas si hace falta. Vendría a ser la demostración práctica de que le ganamos la batalla a la Covid-19, que la pandemia va quedando atrás en la medida en que recuperamos los aspectos esenciales de nuestra forma de disfrutar la vida, las rutinas que nos la hacen más llevadera y nos inoculan, como una vacuna, los anticuerpos contra el dolor de vivir. Al amparo del DOG de este 13 de junio, esperemos que los que toman las decisiones lo tengan tan claro como casi todos los gallegos de a pie: sin verbenas no habrá sensación de normalidad. Ni nueva ni vieja. @mundiario

Comentarios