Solo en las actividades de servicios las empresas registran tasas netas de crecimiento positivas

Empresas del polígono de A Grela, en A Coruña / galicianaves.com
Empresas del polígono de A Grela, en A Coruña / galicianaves.com
Galicia se caracteriza por la hegemonía de las empresas individuales y de las microempresas, la escasa incorporación de tecnología, la baja relación capital/producto, y una reducida productividad. 
Solo en las actividades de servicios las empresas registran tasas netas de crecimiento positivas

El entorno económico está condicionado por la creación y supervivencia de las empresas. La tasa de supervivencia empresarial contribuye a determinar la solidez socio-económica de un territorio. Revela la probabilidad del mantenimiento de las empresas incubadas que están o han estado en activo y desarrollando sus actividades. Dicha tasa es, en consecuencia, un buen indicador de la capacidad de crecimiento, regeneración y resiliencia del tejido empresarial.

Analizando, para 2019, la demografía empresarial de Galicia, destacamos tres aspectos relevantes. El primero es que la tasa de nacimientos (9,81%) es superior a la tasa de mortalidad (9,56%), con lo que se contabiliza una tasa neta positiva (0,25%). La segunda, dicha tasa neta es negativa en las empresas de tamaño medio y grande (-0,12% entre 50-250 trabajadores y -1,48%, para mayores de 250 trabajadores). Es decir, a medida que aumenta el tamaño de empresas, las tasas de disolución son más elevadas y comienzan a ser superiores a las ratios de nacimientos. Y la tercera consideración hace referencia a que en los sectores industriales y de construcción las tasas de mortalidad son más elevadas que las de los nacimientos, mostrando, pues, unas tasas negativas (-0,78% y -1,70%, respectivamente). Solo en las actividades de servicios las empresas registran tasas netas de crecimiento positivas (0,72%).

Estos datos complementan los rasgos fundamentales de la radiografía empresarial de Galicia: hegemonía de las empresas individuales y predominio de las microempresas (menos de 10 asalariados); escasa utilización e incorporación de dotaciones tecnológicas; baja relación capital/producto, y reducida productividad. 

De 100 empresas creadas a comienzos de siglo, en 2019 funcionaban el 25%

Los resultados derivados de las tasas de supervivencia también nos presentan resultados interesantes. Citaremos, de modo esquemático, lo siguiente. Tomando los datos para el año 2019, la probabilidad de supervivencia de una empresa a los cuatro años de su creación fue del 44% y del 52%, a los tres años. Es decir, un porcentaje que nos indica las amplias dificultades existentes para mantener la actividad. Yendo un poco más allá, de 100 empresas creadas a comienzos de siglo, en el año 2019, solo seguían en funcionamiento el 25%, lo que significa que tres cuartas partes de las empresas registradas en el año 2000 han desaparecido veinte años más tarde.  

Estos datos sirven de contraste a las políticas de incentivos puestos en marcha en ocasión de las actuaciones públicas post-Covid. De una parte, hay que ser conscientes que un número elevado de empresas van a disolverse en el camino a la “normalidad”, siguiendo la tónica de los pasados ejercicios y conociendo nuestro factor de resiliencia; y, de otra parte, el número elevado de empresas zombis acentuará dicha dinámica de elevada tasa de mortalidad empresarial. Por eso, será necesario evaluar y contemplar las ayudas e incentivos a las empresas a través de diferentes cláusulas que garanticen incrementar la tasa de supervivencia empresarial. O dicho de otro modo, lograr que los índices de supervivencia sean mayores que los actuales y que las reactivaciones de empresas también vayan a reforzar los factores de resiliencia empresarial. @mundiario

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