Sin Oposición no hay Democracia

Parlamento de Galicia. / Mundiario
Parlamento de Galicia. / Mundiario

A menudo, la derecha gobernante en Galicia se ríe en la cara de la Oposición. Se ríe de los asuntos marginales que aborda, se ríe de sus reivindicaciones absurdas y demagógicas, se ríe de las tonterías que dice, y se ríe de sus líos internos. La Oposición es un decorado.

Sin Oposición no hay Democracia

Hoy por hoy, la Oposición en Galicia habla de unas tonterías tan grandes –léase, puras ensoñaciones o surrealistas líos internos– que la Democracia –con mayúsculas– está amenazada, porque sin Oposición no hay Democracia. Y esto enlaza con otra expresión similar, más manida pero no por ello menos cierta: sin Periodismo no hay Democracia.

Digásmolo claro: la derecha gobernante en Galicia se ríe a menudo en la cara de la Oposición. Se ríe de las tonterías que dice, se ríe de los temas marginales que aborda, se ríe de sus reivindicaciones absurdas y demagógicas, y se ríe de sus líos internos. La derecha vive en Galicia en una zona de confort.

Por su parte, los medios de comunicación afines a la derecha gobernante hacen lo mismo: le dan el trabajo hecho. Es más, en el caso de ciertos medios privados se lo pagan, ante el clamoroso silencio de la Oposición, que a cambio usa unas migajas de las contadas instituciones que controla para amamantar a los que considera suyos. Así es como operan En Marea, el PSdeG - PSOE y el BNG. Con excepciones, por supuesto.

En Galicia se cuentan con los dedos de la mano los medios de comunicación independientes, capaces de sobrevivir sin recibir dinero de manos de los políticos

Hoy por hoy se cuentan con los dedos de la mano los medios de comunicación independientes, capaces de sobrevivir sin recibir dinero de las instituciones y de empresas públicas o concesionarias de servicios públicos, ya que por ahí se vehicula parte del dinero. Como si eso no fuese corrupción. Y como si eso no fuese impropio de una democracia occidental. Pero a la Oposición no le interesa abordar ese problema. ¿Tal vez porque tiene miedo?

En Galicia todavía no se ha llegado a la sofisticación alcanzada en Madrid con algo que cuenta el periodista Jesús Cacho en Voz Pópuli, al presentar La Sexta –propiedad de la misma empresa que posee La Razón y Antena 3 como "el instrumento de Mariano & Soraya para cepillarse al PSOE con la creación de Podemos". Ni siquiera hace falta, aunque algo así ya se ensayó antes aquí con la complacencia de una izquierda que es feliz viendo hundirse al PSdeG - PSOE.

Hay confusión y hay miedo en la Oposición de Galicia, bastante miedo. Miedo al poder, miedo a luchar por el Poder  –también con mayúsculas– y miedo a ciertos medios al servicio del poder. Y alguno que no tiene miedo –sería injusto no reconocerlo– es tan marginal que al poder le da igual lo que haga. Por esa vía no va a ningún sitio, y la derecha lo sabe. A menudo, la Oposición es un decorado de la democracia en Galicia. Un mero adorno de egos infinitos, cada vez con menos talento y menos independencia.

Propaganda en un periódico de Galicia, pagada con dinero público.

Propaganda en un periódico de Galicia, pagada con dinero público.

Asuntos irrelevantes y estar siempre detrás de la pancarta no suplen el vacío que genera su falta de alternativas realistas y su crítica razonada y a fondo a los verdaderos poderes y las grandes empresas

Asuntos como la operación en marcha en el Puerto de A Coruña –de trascendencia histórica para la ciudad y para Galicia–, la privatización de la sanidad, con empresas y datos concretos –no solo con simplismos demagógicos–, la tomadura de pelo del AVE o de las cajas de ahorros y el Banco Pastor, la contaminación monstruosa que causan Repsol, Ence y Endesa en Galicia, la financiación de los medios de comunicación, los ventajismos de Finsa y de Ence en la política forestal o la necesidad de una racional industrialización del país –clave para la demografía– pasan inadvertidos para la Oposición en Galicia, que rara vez profundiza en esos temas; a lo sumo planea sobre ellos con inútiles proposiciones de ley o meras preguntas parlamentarias. Pura retórica, sin consecuencias ni trascendencia.

Mientras tanto, la Oposición le ríe las gracias al poder mediático, sentándose obediente a su mesa como si le gustara que le dé caña, le sonríe al poder fiscal y judicial que sabe cómplice de determinadas cosas, y, eso sí, se escandaliza ante la negativa al traspaso de la AP-9 como si se nos fuese la vida en eso, se preocupa por los animalitos que cruzan las carreteras y, finalmente, se matan entre ellos, ya sea en el grupo parlamentario de En Marea o en la Diputación de Lugo.

Por supuesto, para la Oposición parece más importante el Pazo de Meirás –una serpiente de verano que construir una alternativa económica al Gobierno de Feijóo, por no hablar de su torpeza ante el control presupuestario, ya que ni presenta su alternativa ni estudia –a fondo– los presupuestos liquidados. Podrían escogerse muchos más ejemplos, estos son solo algunos que marcan su deriva hacia ninguna parte. Eso sí, siempre detrás de alguna pancarta. Lejos de un proyecto alternativo de país.

La Oposición está en todo su derecho de seguir con sus ensoñaciones, sus líos internos y sus migajas. Puede eludir la realidad inventándose su propia realidad. Puede imaginarse ser alternativa sin serlo. Puede mirar para otro lado cuando ve ante sus ojos las corruptelas mediáticas. Puede intentar compensarlas repartiendo cacahuetes, como hace la ¿progresistaDiputación de A Coruña, mientras los otros sirven centollas. Puede intentar confundir –e incluso engañar– a los suyos... Pero, como dijo Abraham Lincoln, que algo sabía de política y de democracia, "se puede engañar a todo el mundo algún tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”@J_L_Gomez

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