Salvar al soldado Baltar para no perder la Xunta

Manuel Baltar.
Manuel Baltar.

Al parecer, en aras de la "colaboración institucional", Gonzalo Pérez Jácome se compromete a no presentarse a las próximas elecciones autonómicas. El PP confía en que la mayoría de los casi ocho mil votos que Democracia Ourensana obtuvo en 2016 caigan en su saca.

Salvar al soldado Baltar para no perder la Xunta

Salvar la Diputación de Ourense como sea, a cualquier precio. Ese fue el objetivo que se marcó el sanedrín del Pepedegá a la vista de los malos resultados cosechados la noche del 26 de mayo. No hacía falta que Baltar jr. se lo pidiese expresamente a Feijoo. Caía de cajón que perder el control del Pazo Provincial ourensano supondría el final del baltarismo, que como estructura de poder basada en una saga familiar al margen de siglas e ideologías nunca contó con la simpatía y aún menos con la complicidad de Don Alberto. Sin embargo, también mermaría sustancialmente la posibilidades de mantener la Xunta en 2020 en un contexto muy desfavorable para los populares, con un PSOE en racha y el nacionalismo y el rupturismo en fase de recomposición. 

Para mantener la Diputación, salvando de paso al soldado Baltar, hubo que pagar un alto precio: entregar el ayuntamiento de la capital a Democracia Ourensana. La operación dejó en evidencia al propio Feijoo, que solo unos días atrás consideraba letal para la ciudad la elección de Jácome como alcalde, y además siempre defendió aquello de que debe permitirse gobernar a la lista preferida por los ciudadanos, en este caso el PSOE. Pero se impuso la teoría del mal menor, aunque ese mal sea un enorme disparate político, porque el PP se compromete no sólo a dar soporte al nuevo alcalde -que hasta ayer mismo algunos consideraban un impresentable- sino también a integrarse en el gobierno local con amplias responsabilidades y con el desgaste que eso le puede acarrear entre su propio electorado.

En vísperas de la constitución de la nueva corporación ourensana, Jesús Vázquez, el ya exalcalde, tuvo que insistir más de una vez en que él es un hombre de partido cuando le preguntaron si votaría a Jácome para alcalde. Porque había quien creía que, por coherencia personal y por higiene democrática, haría todo lo posible por evitarse ese mal trago. De hecho, se da por seguro que no seguirá en la política local. El sacrificio y el calvario que supuso su etapa en precario en la alcaldía le serán recompensados antes o después por Don Alberto, que fue quien, en 2015, le envió a un durísima batalla, que tenía pocas posibilidades de ganar, cuando estaba cómodamente instalado en San Caetano, y ahora le obliga a comerse un sapo de los grandes.

Al parecer, en aras de la "colaboración institucional", Jácome se compromete a no presentarse a las próximas elecciones autonómicas. El PP confía en que la mayoría de los casi ocho mil votos que Democracia Ourensana obtuvo en 2016 caigan en su saca. Tal y como funciona la Ley D´Hont, de ellos podría incluso depender la cuarta mayoría absoluta de Feijoo o de su delfín, caso de unos resultados muy ajustados. Hay precedentes de lo decisiva que puede resultar la provincia de Ourense. Eso es algo que seguramente los populares también habrán tenido en cuenta a la hora de entenderse con un personaje estrafalario, un populista de manual, que le hizo la vida imposible al alcalde Vázquez -que salvó el mandato gracias a que los socialistas se negaron a apoyar las mociones de censura con que Jácome amagaba cada dos por tres- y que parecía empeñado en acabar con el caciquismo baltarista al que, ahora que lo podía finiquitar, apuntala. O eso parece. @mundiario

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