Rueda, candidato de un partido con mayoría absoluta, será presidente con todas las de la ley

Sede de la Xunta de Galicia en San Caetano, en Santiago de Compostela.
Sede de la Xunta de Galicia en San Caetano, en Santiago de Compostela.
Los votantes eligen diputados y en el Parlamento, de entre ellos ha de salir el presidente. Para ser investido debe contar con mayoría absoluta (la que ahora tiene el PP gallego) en primera votación o simple en la segunda o posteriores.
Rueda, candidato de un partido con mayoría absoluta, será presidente con todas las de la ley

Es una situación que no se había dado hasta hoy en los casi cuarenta años de historia de la Galicia autonómica. Nunca un presidente renunció al cargo en medio de la legislatura, ni fue inhabilitado, ni falleció.

Sí hubo, a finales de los 80, una moción de censura que prosperó y dio lugar a un gobierno tripartito, encabezado por el PSOE. Por eso, con el relevo de Feijóo por Rueda, estamos ante una circunstancia inédita, pero perfectamente prevista por nuestro sistema político.

En cuanto el todavía presidente formalice su dimisión, se pondrá en marcha un mecanismo similar al que se activa tras unas elecciones.

El Parlamento es el marco en el que se desarrolla todo el proceso que, salvo sorpresas y si se cumple el calendario previsto, concluirá a mediados de mayo con la investidura del nuevo titular de la Xunta quien, tras su toma de posesión, firmará los nombramientos de los conselleiros que conformarán su equipo.

Es el Parlamento el que elige al presidente

Porque es el Parlamento el que elige al presidente. Los ciudadanos acudimos a las urnas y damos nuestro voto a las candidaturas propuestas por las fuerzas políticas. En ellas aparecen, en listas cerradas y bloquedas, los nombres de quienes aspiran a convertirse en parlamentarios. No podemos manifestar nuestras preferencias entre candidatos de un mismo color político.

En este caso nunca sabremos si Rueda es o no el predilecto de los votantes del PP para suceder Feijóo, porque no hay manera saber con qué nivel de apoyo contaba a título particular en las elecciones de 2020.

Son los partidos, con sus "aparatos" o estructuras internas de poder, los que deciden por nosotros, antes e incluso después de que acudamos a las urnas. Colocan los nombres en las papeletas en un determinado orden y después "mueven" las listas para que salgan unos y entren otros en cualquier momento de la legislatura en función de los intereses y las estrategias partidistas.

El sistema electoral no es presidencialista

En Galicia, como en España en general, el sistema electoral no es presidencialista, ni siquiera mayoritario, sino proporcional (con correcciones). Aquí no hay elecciones presidenciales, aunque los partidos hayan decidido por su cuenta crear la figura de un candidato a presidente (o presidenta) a quien presentan como cabeza de cartel.

La gente de a pié elige diputados por circunscripciones provinciales y, una vez constituido el Parlamento, de entre ellos ha de salir el presidente. Para ser investido debe contar con mayoría absoluta (la que ahora tiene el PP gallego) en primera votación o simple en la segunda o posteriores.

No está establecido que presida la Xunta el representante de la fuerza más votada, y por lo tanto preferida, por los electores. Funciona el juego de las alianzas postelectorales. Así sucedió en 2005, cuando un acuerdo de PSOE y Bloque, desalojó de San Caetano a Fraga, claro ganador de las elecciones.

Legitimidad democrática

Si se cumplen las previsiones sucesorias y a mediados de mayo el Parlamento le inviste con el apoyo del grupo popular, Rueda será presidente a todos los efectos y con plena legitimidad democrática. Al menos con la misma con la que contó en su día Emilio Pérez Touriño, cuando asumió la presidencia del bipartito. No hay lugar a ninguna duda.

La investidura del sucesor de Feijóo se atendrá a las reglas del sistema, que incluyen la presentación de un programa de gobierno, que como la propia figura del candidato, se somete a consideración y refrendo mayoritario de la Cámara. En las próximas elecciones autonómicas, como mucho de aquí a dos años, el gallego de a pie tendrá ocasión de pasar la factura que crea oportuna al Partido Popular por este cambio de caballo a mitad de carrera. Y de evaluar si la sucesión fue o no un acierto. Pero seguirá sin elegir (o reelegir) directamente al presidente, aunque le hagan creer que sí. Es lo que hay. @mundiario

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