Un resquicio para la supervivencia del gallego

O Galego en Xornal de Galicia. / Mundiario
O Galego en Xornal de Galicia. / Mundiario
A día de hoy una cuarta parte de los niños y adolescentes gallegos no sabe expresarse en la lengua de sus mayores y casi la mitad solo habla castellano. Los gallegohablantes habituales, que hoy constituyen poco más de la mitad de la población, se extinguen poco a poco.
Un resquicio para la supervivencia del gallego

Según deducen los especialistas de las estadísticas oficiales, el gallego retrocedió mucho en las últimas décadas como lengua habitual de quienes habitamos Galicia porque se ha roto la cadena de transmisión generacional. A día de hoy una cuarta parte de los niños y adolescentes gallegos no sabe expresarse en la lengua de sus mayores y casi la mitad sólo habla castellano, lo cual augura a medio plazo un negro futuro para el idioma propio de la comunidad gallega, si no se invierte esa tendencia. En determinados sectores de la cultura viene cundiendo un más que justificado pesimismo ante la constatación de que los gallegohablantes habituales, que hoy constituyen poco más de la mitad de la población, se extinguen poco a poco, silenciosamente, por pura inercia demográfica (son cada vez menos y se van muriendo).

Sin embargo, hay un cierto resquicio para la esperanza. Basta con frecuentar los ambientes en que ellos se mueven para constatar que de un tiempo a esta parte no pocos "millennials", hombres y mujeres, castellanoparlantes y sobre todo urbanitas, de entre los treinta y los cuarenta años, les hablan a sus hijos, desde bebés, exclusivamente en gallego. Es un fenómeno curioso y sorprendente, que probablemente poco o nada tenga que ver con las campañas institucionales o con las iniciativas cívicas de la Mesa pola Normalización, de Queremos Galego o la Fundación Vía Galego. Parece más bien una decisión propia, autónoma y muy meditada de esos padres que  tal vez tenga raíces antropológicas.

Desde luego, no se trata de una actitud reivindicativa, ni aparentemente tiene nada que ver con compromisos ideológicos o políticos. Es una apuesta clara por la pervivencia del gallego, la lengua que habla con naturalidad la mayoría de los abuelos y los bisabuelos de esos niños de hoy, cuyos padres, siempre utilizaron el castellano tanto en público como en privado, a pesar de que no era el idioma paterno ni materno, ni siquiera el de su entorno habitual. Y no deja de ser paradógico que, al tiempo que se dirigen a sus retoños siempre en gallego, siguen sin utilizarlo entre ellos o en la conversación con sus mayores. Tal vez se deba simplemente a una cierta cobardía. No se atreven a cambiar su rutina comunicativa porque creen que no lo hablan correctamente o que perderían fluidez a la hora de hacerse entender.

Cuando se les pregunta al respecto, dan la impresión de tenerlo claro. Quieren que sus hijos sepan y puedan hablar la lengua gallega para que no se pierda esa señal de identidad, que es además un valioso patrimonio cultural. Pero al mismo tiempo desean educarlos y los educan en el plurilingüismo. Y es que les toca vivir un mundo sin fronteras, donde el conocimiento de cuantos más idiomas mejor es la más útil de las herramientas para abrirse camino. Si se empieza a muy temprana edad, es posible manejarse con fluidez en español, en inglés, en francés, o en chino. Ahora bien, sólo uno -en este caso el gallego- será el idioma de instalación, el que mamaste, el de los sentimientos, en el que amas, gozas, te ríes, sufres, el que articula tu mundo interior en conexión con las raíces, y desde el que te asomas al exterior para hacerlo tuyo. Y en ese ámbito ninguna lengua es más útil que otra. @mundiario

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