El Príncipe Galín, un gallego universal en el mítico Mayo francés del 68 

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Galín. / Mundiario

Medio siglo se cumplen de las oleadas revolucionarias del Mayo francés, Su Alteza Serenísima el Príncipe Galín de Galicia, Marqués de Curuxeiras y Señor de Ferrol Vello, gallego universal y posiblemente el último romántico, fue uno de los pocos españoles que vivió en primera línea los disturbios de entonces. Un ferrolano, tan singular como inverosímil, que hizo de la pasión y la transgresión el leitmotiv de una vida jalonada de episodios tan irrepetibles como fascinantes.

El Príncipe Galín, un gallego universal en el mítico Mayo francés del 68 

Medio siglo se cumple del famoso y mítico Mayo francés. Una oleada de protestas de estudiantes, influidos por el movimiento hippie y contrarios a la sociedad de consumo, a los que se unieron obreros, sindicatos y el Partido Comunista, originaría la mayor revuelta estudiantil y la mayor huelga general de la historia de Europa occidental. Y nuestro Príncipe Galín estuvo allí.

En España, la revuelta dejó más poso en el mito que en la Historia, porque pocos españoles lo vivieron. Entre ellos, un gallego universal, que debe a su memorable estancia parisina su sobrenombre legendario “Príncipe Galín”. Galín viviría intensamente el 68 y combatiría en primera línea con los generales del Mayo francés en los disturbios de La Sorbona.

En París estudiaría con maestros como Deleuze, Badiou y conocería a una de las personas que marcaría su vida, uno de los tótems culturales más potentes del siglo: Agustín García Calvo. Recién expulsado de la Universidad en España, Galín y García Calvo estrecharían lazos eternos. También en la capital francesa, asistiría a las tertulias del Boule d’Or y junto al filósofo Fernando Arrabal, recibiría ceremonialmente en una habitación decorada ad hoc en el Hotel L'Etoile de la Rue Monsieur le Prince, que sería el origen de su título principesco. Allí nació el Príncipe Galín, un ferrolano, gallego universal cuya vida y trayectoria estuvo teñida de un halo de leyenda, picaresca y romanticismo. Un principado acompañado de títulos que marcaban un mágico y romántico dominio y señorío en toda Galicia.

Una biografía con visos de leyenda

Nacido Juan Marí Solera en el Ferrol de 1948, filósofo, cantante, biólogo, poeta, navegante, rapsoda, marino mercante, etnomusicólogo, telegrafista, músico, empresario, agitador y mítico personaje underground. Fue hijo del segundo matrimonio de un anarquista pionero de la radioteledifusión -dado por muerto al ser sepultado por los escombros mientras dinamitaba  el Alcázar de Toledo- y de una maestra de Primaria.

Sus aventuras legendarias le acompañaron desde su infancia, cuando niños de su generación lo sitúan en Ferrol escapándose con un circo que se había instalado en la Plaza de Sevilla y haciéndose llamar Jonhy Solera.  Al ser "capturado" por la Guardia Civil cuentan que  lloraba amargamente, pues entre las bambalinas del circo había encontrado su lugar natural.  Su adolescencia aparece salpicada de centenares de anécdotas que ilustran una  juventud nada convencional  caracterizada ya por una personalidad arrolladora. Fue un pésimo estudiante que tras el bachillerato marchará a París atraído por la bohemia y se verá inmerso en los disturbios parisinos mas mediáticos del siglo. 

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Un extraño Galín sin bigote.

Tras volver de París, reanudó su vida universitaria en Santiago, aunque se matriculó en la Escuela de Náutica de A Coruña, donde organizó la primera huelga de España del sector. Tanto en Compostela como en A Coruña, sobresalió como gran líder estudiantil con inolvidables soflamas incendiarias, potenciadas por su extraordinaria e inconfundible voz,que arrastraban a las masas. Fue multado por escándalo y encarcelado temporalmente en A Coruña en el año 72, donde dicen que se paseaba por la cárcel vestido de Che Guevara… De  allí cuentan que compartía todo, excepto las croquetas de su madre, porque "su religión no se lo permitía". Años más tarde llegaría a actuar como cantante ante los presos comunes del penal de A Coruña. 

Suspendida su prórroga de estudios, fue exiliado a Fuerteventura, obligado a una férrea vida militar de la que, pese a todo,  guardaría buen recuerdo por el contacto con el mar y haber sido acogido por la familia que protegió también a Unamuno.

De Santiago, dejaría páginas únicas para la historia del surrealismo y la transgresión, ya que nunca episodios semejantes volvieron a repetirse. De la disparatada rueda de prensa que dio en la Facultad de Medicina a lomos de una burra vestida de catedrático –el burro Zenón de Elea– para nombrarle horroris causa, a  la suelta de gallinas y un cerdo en la apertura académica  o al canto del  "Gaudemais Igitur" acompañado por el conocido hombre orquesta John Balán. Galín también creó entonces un grupo llamado" Instituto Paradoxológico de Fundamentación Docente", en la que dirigía comandos que entraban en las clases a discutir  lo que se estuviera dando desde una perspectiva  filosófica. Los profesores se quedaban bloqueados al no poder discutir con " saboteadores" que tenían una elevada formación y un discurso deslumbrante.

Durante toda la década de los 70  Galín va transformando su persona en el personaje que le convertirá en símbolo eterno de la bohemia, con una imagen perfectamente diseñada que le hacía aún más inconfundible. Negra capa, botas puntiagudas de metálico tacón, favorecedora gorra ladeada y espléndidos bigotes de aire decimonónico cuasicarlista. Con un pie en París y otro en Santiago, basculó ideológicamente entre comunistas y nacionalistas, pero no le iban los dogmatismos y encontró en el anarquismo su lugar natural.  

Escribió entonces páginas históricas en la lucha antifranquista y en los conflictos estudiantiles, y se convirtió en pionero, junto a Miguel Cancio, compañero de correrías y visiones, de la protesta por destrucción del litoral, del nudismo –seguía la máxima de San Pablo: “desnudaos del hombre viejo pero sin olvidar nunca los buenos principios”–, “Tetiñas, piroliñas e carrachudiñas free”, la especulación inmobiliaria, la identidad cultural de Galicia, la recuperación de la gaita, el pandeiro de cascabeles metálicos y el folklore gallego, los happenings y perfomances, y la peatonalización de los centros históricos. Causas de las que fue un completo visionario.

Estudioso de la etnografía musical, hizo muchos viajes por las provincias gallegas. Consiguió ser becado para estudiar su folklore, aunque jamás escribiría una sola una línea sobre ello. Su especialidad eran las pandeiradas y sus interpretaciones de los alalás, a día de hoy  según los entendidos, eran auténticamente espectaculares. Protagonizó por toda Galicia recitales de poesía y música y en alguno de sus conciertos llegó a concentrar a más de 20.000 personas.

Entrados los 80, el surgimiento  de la movida, movimiento cultural rabiosamente hedonista, existencial y apolítico, surgido en Vigo pero irradiado a toda Galicia a través de Santiago, descoloca a Galín de su idílico parnaso compostelano. Se le va perdiendo la pista al Príncipe que vuelve a su ciudad natal, Ferrol, a la que siempre quiso aunque la ciudad no reconociera jamás el status y el aura del que gozaba en otros lugares y pese a que sus títlulos principescos marcaran su señorío en Ferrolterra. Hizo del barrio portuario y sus tabernas su segunda casa, a la vez que continuaban sus correrías por toda Galicia y estancias en Madrid junto a su admirado y querido García Calvo.

Imagen de Galín en Ferrol Vello. / diariodeferrol.com

Imagen de Galín en Ferrol Vello. / diariodeferrol.com

En su ciudad natal nunca fue profeta y jamás reconocerían el importante status del que gozaba en Compostela, porque sus paisanos, recelosos de su picaresca, nunca valoraron  su vastísima cultura y enorme sensibilidad musical y literaria

En su ciudad natal nunca fue profeta y jamás reconocerían el importante status del que gozaba en Compostela. Sus paisanos, recelosos de su picaresca, nunca valoraron su vastísima cultura y enorme sensibilidad musical y literaria, incapaces de comprender lo que representaba, calificando como loco o cantamañanas a una figura que había hecho del surrealismo su leit motiv existencial.

Algo que era recurrente en sus correrías por Galicia, era terminar sus periplos nocturnos en algún edificio oficial.con una copa de vino en la mano y, embozado en su sempiterna capa negra, gritar “Abajo el Rey”, “Viva la República” .Como colofón, entonaba después el Himno Gallego y el Negra Sombra sin desafinar, pese a su estado, ni una sola nota. Algunos lucenses recuerdan haber visto esta singular performance frente a la muralla romana, coruñeses en María Pita frente al ayuntamiento,, pontevedreses en la Plaza de la Peregrina.  y en su ciudad natal frente al  majestuoso Cuartel de Instrucción,

galin con cancio

Galín y Cancio con el burro de la Universidad.

Su carisma legó a oídos de Jesús Quintero, El Loco de la Colina, que.le hizo protagonista de uno de sus mejores programas. Allí contó su Mayo del 68, la Revolución de París y demás historias.. y al solicitarle unas palabras de despedida, se lanzó a cantar una Pandeirada acompañándose con manos y mesa a modo de pandeiro, instrumento del que era un autentico virtuoso. Mágico y mítico. Numerosas anécdotas a cada cual más pintoresca van jalonando su discurso vital.

El  fascinante episodio de la Orella de Mar

En los 90 se lanzó a una singular aventura empresarial: comercializar desde Ferrolerra la orella o erizo de mar. Para ello invirtió la tardía indemnización que le otorgaron por la muerte de su madre en el trágico accidente aéreo de Alvedro. Llegó a concertar importantes contratos con empresas de Japón, pero fueron bloqueados por la Xunta de Galicia. Como protesta protagonizó episodios gloriosos con su “Odisea” de leer frente a la Consellería de Pesca la obra clásica del mismo nombre, e invocar la Furia de Aquiles arropado por un comando amigo, así como recitar pasajes de La Ilíada en el centro de la Plaza del Obradoiro. Una suerte de happening artísitico reivindicativo que combinaba el surrealismo con lo más clásico de la rapsodia.

En los albores del 2000, la leyenda lo sitúa completamente arruinado por su incursión empresarial. Otra versión más brillante asegura que su ruina fue su riqueza, ya que al ser su planta de orella de mar destruída por el fuel del Prestige cobró una cuantiosa indemnización por daños que le haría millonario y pudo entonces asentarse y trasladarse a Madrid.  Allí se dedicó a la música, a los recitales de poesía y a la vida contemplativa de las tertulias del Ateneo Libertario. Grabó en 2009 un disco homenaje a Brassens y la única versión del himno de la Comunidad de Madrid, con letra de García Calvo y música de Sorozábal. Galín aparece en la portada del disco, más apuesto que nunca, con su boina clásica y una capa en campo de gules con las siete estrellas que el gran humanista Santiago Amón hiciera posarse en la bandera de Madrid.  Siempre acababa volvíendo a Ferrol de forma intemitente, siempre en el expreso nocturno, para llevarse con él "agua de Chamorro" y viajó expresamente para asistir al entierro del General Gabeiras, con quien había compartido la lucha contra la Planta de Gas. Tal vez su última estampa gloriosa fue su recortada silueta embozada en su capa en el cementerio de Cervás.

Verdad versus ficción 

Algunos lectores podrían con seguridad corregir algunos de estos datos de su vida pero ¿leyenda o ficcción? qué más da….  Poseyó el don de que todos aquellos que le conocieron, aunque fuera de forma tangencial, recordarían con nitidez  las anécdotas de su encuentro para siempre. Su carácter cautivador  y su excentricidad, su rabiosa originalidad, el haber protagonizado momentos de la Historia tan señalados, su porte principesco, su prodigiosa voz, su apostura, y su romántico sobrenombre real… Su Alteza, supo conjugar como pocos cultura, identidad, bohemia, romanticismo y picaresca. Todo un bon vivant, pero indudablemente un personaje irrepetible del último tercio del siglo XX en Galicia. 

La última gran aparición mediática de Su Alteza Serenísima el Principe Galín de Galicia dejó atónito a tantos que le habían perdido la pista. Lo reconocieron en el 15-M en primera línea entre el gentío de los indignados. Estaba en la Puerta del Sol con un megáfono, junto a Agustín García Calvo. Su intervención la filmaba un anciano Basilio Martín Patino, que volvía al cine para hacer un documental que denominó “Libre te quiero”, la maravillosa canción de García Calvo que interpretó, entre otros Amancio Prada. Un Galín ya sexagenario, se dirigía a las masas que le escuchaban absortas, con su altivez principesca incólume, y su melena ya blanca al viento…

Genio y figura, ünico e irrepetible, este ferrolano fue un gallego universal, y probablemente el último héroe romántico. El 25 de Julio, Día de Santiago y da Patria Galega, fue el día que eligió para morir, pero no ascendió al mítico Valhalla porque tenía reino propio. Un territorio mágico cuya soberanía dominaba hasta los confines de las tierras galaicas y que ya en vida,  le reconoció como príncipe. Dios Salve a Su Alteza Serenísima el Príncipe Galín de Galicia, Principe de Galicia, Marqués de Curuxeiras y Señor de Ferrol Vello para la eternidad. @mundiario

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