Los políticos gallegos supieron debatir y discrepar alejados de la crispación

Gonzalo Caballero en el Debate do Estado da Autonomía. / PSdeG-PSOE
Gonzalo Caballero en el Debate do Estado da Autonomía. / PSdeG-PSOE

El último día tan solo acordaron una decena de propuestas para que este país siga avanzando, aunque todos dicen buscar el bien de Galicia.

Los políticos gallegos supieron debatir y discrepar alejados de la crispación

El debate de política general se desarrolló con el tono correcto que suele caracterizar los plenos en la Cámara gallega donde los líderes de los tres grupos saben debatir y discrepar alejados de la crispación, lo que corrobora su sensatez política. 

Pero estos debates hay que seguirlos a cierta distancia mental para no contaminarse ni con la visión optimista del Gobierno, que presenta una Galicia luminosa, ni con el análisis espantoso, casi apocalíptico, de los líderes de la oposición que escribieron sus discursos antes de escuchar al Presidente.  La virtud, decía Aristóteles, está en un término medio entre dos extremos malos.

Dicho en lenguaje coloquial, Galicia tiene fortalezas y debilidades. Sin entrar en detalles, goza de estabilidad política, funcionan bien la sanidad, que superó la pandemia con nota, la educación y los servicios sociales, pero pierde población y crece la Galicia vaciada, flaquea la industria, el paro se enquista y muchos jóvenes se van… De esto y de más asuntos debatieron sus señorías. 

Lo más visible ahora es el proceso de desindustrialización. El cierre de empresas importantes, unas por una transición ecológica mal planteada, como las térmicas, y otras por la deslocalización, lleva la depresión a varias comarcas y el paro y la angustia a muchos hogares.

No le falta razón al presidente cuando dice que el Gobierno central está practicando con Galicia “unha reconversión industrial á brava”. Por su desidia también corren peligro las industrias de consumo eléctrico intensivo para las que Galicia pide desde hace años un precio competitivo de la energía que ahora está fuera de control y amenaza su viabilidad.

Por contra, los portavoces de la oposición tiraron de cliché para culpar a la inacción de Feijóo del cierre de industrias y demás problemas de Galicia, de buscar la confrontación con el Gobierno central y de estar pensando en Madrid como meta. Se equivocan, el presidente tiene una capacidad de gestión reconocida y valorada mayoritariamente por los gallegos y dejó anuncios novedosos importantes. Descalificarlo sin más no convierte a la oposición en alternativa de gobierno.

Por lo demás, la Xunta que preside seguro que hace bien algunas cosas y no es normal que la oposición no reconozca al menos esos aciertos. También es verdad que la oposición tiene ideas muy aprovechables para mejorar la vida de los ciudadanos que el Gobierno debería asumir.

Todos buscan el bien de Galicia, pero el último día tan solo acordaron una decena de propuestas para que este país siga avanzando. Menos da una piedra. A ver si se traducen en resultados para que en el siguiente debate no tengan que empezar en la casilla de salida de este. @mundiario

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