Mugardos, otro ejemplo de lo que a la izquierda le cuesta entenderse

Pilar Díaz Otero, ex alcaldesa del Ayuntamiento Mugardos. / Mundiario
Pilar Díaz Otero, ex alcaldesa del Ayuntamiento de Mugardos. / Mundiario

Juan Domingo de Deus, del PP, es el nuevo alcalde de Mugardos (A Coruña), al salir adelante la moción de censura presentada por el PP y el PSOE, a la que se adelantó la anterior regidora, de EU, con su renuncia al cargo de alcaldesa.

Mugardos, otro ejemplo de lo que a la izquierda le cuesta entenderse

Es un dato objetivo. Las dificultades de entendimiento entre los partidos de la izquierda están en el origen de los cambios de gobierno que se han producido en media docena de municipios gallegos en el apenas medio año transcurrido desde las elecciones locales de 26 de mayo. El último tuvo lugar en Mugardos, en Ferrolterra, donde acaba de triunfar una moción de censura por medio de la cual el Partido Popular se hace con la alcaldía gracias al apoyo de los concejales del PSOE. El alcalde, que fue el más votado en las urnas, recupera así el bastón de mando que en agosto de 2016 le había sido arrebatado por el mismo procedimiento y tendrá que gobernar en una franca minoría, con los apoyos puntuales de los ediles socialistas, que son expulsados de su partido, contrario por principio a este tipo de pactos con la derecha.

Las formaciones políticas progresistas, aquí como en el resto del país, acostumbran a ponerse de acuerdo para evitar que el PP mantenga o se haga con los bastones de mando municipal allí donde no haya obtenido la mayoría absoluta. A los "populares" no les basta con ganar las elecciones y con que su lista sea, a veces con mucha diferencia, la más respaldada por la ciudadanía. Si la izquierda suma, aunque sea con el apoyo de "independientes", no duda en cerrar el paso al PP. Esa es la norma, dictada desde arriba, que no suele admitir excepciones por más que a veces genere situaciones de ingobernabilidad o claramente inviables que se ven venir, pero que parecen ser consideradas un mal menor. Al enemigo, ni agua, parece la consigna

Pero, como ocurre con el gobierno de España, una cosa es ser investido y otra poder gobernar. Después de cada proceso electoral municipal, se cuentan por docenas en Galicia los casos de alcaldes y alcaldesas a quienes sus "investidores" dejan en minoría, atados de pies y manos a la hora de gestionar los intereses de sus conciudadanos. La mayoría suelen ser regidores progresistas que quedan en una posición tan precaria que a veces no pueden sacar adelante ni su propia asignación económica, no digamos ya unos presupuestos o planes de inversión. Por suerte para los administrados, los servicios esenciales funcionan al margen de la batalla partidista que se libra en los consistorios.

Se dice que en la política local cuenta mucho el factor personal, la piel. Suelen ser los personalismos, más que las estrategias o las ideas, lo que está detrás de las desavenencias que hacen ingobernables muchos "concellos" y acaban propiciando las mociones de censura, no pocas "contra natura" y un tanto disparatadas. Al parecer ese fue el caso de Mugardos, donde la alcaldesa de Esquerda Unida no logró entenderse con sus coaligados, los socialistas, a los que a su vez acusa de deslealtad. A la izquierda le cuesta gestionar en el día a día los acuerdos de cogobierno que firman al calor de los despachos. Por lo visto solo están de acuerdo en lo que no quieren (o no les conviene): que haya alcaldes del PP. Luego cada uno va a lo suyo. Y las más de las veces no es que no se entiendan, es que desconfían unos de los otros. @mundiario

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