O Marisquiño: Que la batalla política no destruya una entente provechosa

Abel Caballero. / Archivo
Abel Caballero. / Mundiario

Ayuntamiento y Autoridad Portuaria de Vigo se responsabilizan recíprocamente del deficiente mantenimiento de la estructura de madera sobre pilotes de hormigón de As Avenidas, cuyo colapso pudo haber causado una auténtica tragedia.

O Marisquiño: Que la batalla política no destruya una entente provechosa

Amigos, en el sentido estricto, quizá no, pero Enrique López Veiga y Abel Caballero son viejos conocidos. Su relación personal, algo más que cordial, viene de muchos años atrás, seguramente de la etapa estudiantil. Se profesan un respeto mutuo (o recíproco) del que dan testimonio sus respectivos colaboradores y personas cercanas. Es también una sintonía generacional, que se ha ido estrechando en la medida en que uno y otro iban madurando sus posiciones políticas. Al exconselleiro se le sitúa en el ala más centrista del Pepedegá y el exministro, que de joven fue comunista, es un socialdemócrata que recela del excesivo izquierdismo de Pedro Sánchez, con el que sigue marcando diferencias.

El "buen rollo" entre López Veiga y Caballero, que también fue responsable portuario, está contribuyendo decisivamente a que la inevitable batalla política por las responsabilidades en el desgraciado accidente de O Marisquiño no se haya enconado hasta el punto que hacía temer la proximidad de las elecciones municipales. Ayuntamiento y Autoridad Portuaria se responsabilizan recíprocamente del deficiente mantenimiento de la estructura de madera sobre pilotes de hormigón de As Avenidas, cuyo colapso pudo haber causado una auténtica tragedia. Sin embargo, no hay descalificaciones. Unos y otros parecen echar balones fuera, pero no se los arrojan a la cara, como suele suceder en casos como éste. Se guardan las formas, que es lo menos que se puede esperar de responsables institucionales con muchas tablas y que asumen la ejemplaridad cívica inherente a los cargos que ocupan.

Otra cosa es el PP vigués. Cree que ésta es la suya, su gran oportunidad de erosionar la imagen del alcalde, para que, al menos, no siga incrementando su aplastante mayoría en la Corporación Municipal, como se había propuesto para el siguiente mandato, el que arrancará en el verano que viene. Es ahora o nunca, deben pensar. Elena Muñoz va a por todas y quiere sacar el máximo rendimiento político de una baza que le cayó del cielo. Afila las garras para acentuar su bajo perfil político a pocos meses de la cita con las urnas, que puede ser su gran oportunidad para reforzarse como líder de la oposición local o el fin de su discretísima carrera. Ella sí que se la juega en este envite, en el que no parece contar con los apoyos que presumía (Feijóo y la dirección regional de los populares no ven claro que les convenga mover determinadas fichas en esta partida, porque juegan en varios tableros a la vez).

El accidente de O Marisquiño viene a constatar a dónde puede conducir la falta de entendimiento institucional entre los responsables del Puerto y los sucesivos alcaldes. Tirios y troyanos han hecho una doble utilización política del recinto portuario: sirvió como plataforma de lanzamiento a futuros alcaldables de distinto signo, o como refugio tras los naufragios políticos, y tanto tirios como troyanos lo usaron en batallas partidistas o personalistas, mientras las infraestructuras sufrían las consecuencias del abandono o el desinterés originado en la propia discordia. De ahí la importancia de que, a pesar de todo, la buena química López Veiga-Caballero se mantenga. Sería bueno que sobreviviera a la batalla esteril a la que se han visto forzados, porque, cuando esto se enfríe, las instituciones que encabezan tendrán que ponerse de acuerdo para garantizar, sin ir más lejos, que no se seguirá tentando a la suerte con un deficiente mantenimiento del paseo marítimo. Milagros como el que esta vez evitó decenas de víctimas mortales no suelen repetirse@mundiario

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