A Mariña, un puerto de ballenas

Megaptera novaeangliae (ballena jorobada). ONU. World Wildlife Fund
Megaptera novaeangliae (ballena jorobada). ONU. World Wildlife Fund
A Mariña invoca al vocablo, que describe a ese hondo y oscuro gigante de agua, sí, el mar, ese que trae vida pero también se la lleva.
A Mariña, un puerto de ballenas

Hay una esquina en la península ibérica, paso migratorio de especies, es un lugar salpicado por el agua y por puertos pesqueros, donde huele a sargazo y pescado. Leyendas de monstruos marinos, cantos de sirenas y sonidos de ballenas. Te imaginas a un viejo con gorro de lana y barba blanca tallando un hueso, cosiendo una red, empatando un azuelo o afilando un arpón, mientras te habla de sus batallas y batidas en el mar. Y es que el nombre de esta tierra lo dice todo: A Mariña invoca al vocablo, que describe a ese hondo y oscuro gigante de agua, sí, el mar, ese que trae vida pero también se la lleva. No es extraño que sus vecinos se adentraran a conocerlo o a buscar el alimento en él, es núcleo de existencia y subsistencia.

Estamos en uno de los últimos sitios en cazar ballenas de Europa. En Galicia, los Cabos Ortegal, Estaba de Bares y Fisterra, son los picos terrestres que más se acercan a aguas profundas, por lo tanto los mejores para una buena observación. Es el animal más grande que ha existido sobre la faz de la tierra, donde habitan desde hace 54 millones de años.

El aprovechamiento o la vida ligada a estos animales es ancestral, se conocen petroglifos como los de Bangudae en Corea del Sur con más de 5 milenios. Su esperma era destinado a ceras y pomadas. Sus barbas hasta la aparición del plástico eran el material conocido más duro y flexible (usado para paraguas, amortiguadores, corsés). Su “ámbar gris” del intestino se usaba para perfumes, con un valor económico como los metales preciosos. Su grasa o aceite, hasta la llegada del petróleo fue un elemento de importancia para la luz. Su piel gomosa para curtir. Y como no, su carne, muy apreciada por el alto valor nutricional, la combinación saludable y sabrosa de un mamífero marino. Hasta hoy en día es codiciado y cotizado su vómito. Una fuente de riqueza de la que se aprovechaba todo, primero cuando varaban, pero fue en el Cantábrico donde se comienzan a organizar para darles captura, lo que supuso el florecimiento de núcleos costeros. Su comercio y manufactura dio muchos beneficios

La actividad se realizaba principalmente en época de primavera y verano, cuando la migraciones. Aunque primitivamente en el invierno. Era tan importante y fue tan numerosa, que en algunas playas, arenales o casas aún quedan como recuerdo huesos de costillas o vértebras. Las prácticas realizadas fueron rudimentarias, muchas veces de manera conjunta o cooperativa, con botes de 6 u 8 tripulantes, que las observaban en vigía desde una atalaya, las perseguían en chalupas y las arponeaban. Solían atacar a las crías para que la madre viniera en su ayuda. Técnicamente todo cambió cuando se industrializó en el XIX y el noruego Svend Foyn inventó el cañón de arpones explosivos.

Las principales especies capturadas en la zona son: el Rorcual común (el más grande registrado medía 22,50 m, cogido en 1973 por el barco Temerario), Cachalote (Physeter macrocephalus) (el de mayor tamaño medía 19,8 m y fue apresado en 1961 por el Lobeiro), Ballena Azul (Balaenoptera musculus), Ballena Boreal (Balaenoptera borealis), Yubarta o Ballena Jorobada (Megaptera novaeangliade).

Los puertos balleneros más antiguos son San Cibrao y Bares, también Priorio en A Coruña, caso del que se guarda un documento 1288. A estos puertos arriban los vascos ya en el siglo XII y XIII, fueron los primeros del contienente desde Hegoalde y Iparralde. Estos venían detrás la ballena franca, glaciar o vasca (Eubalaena glacialis), lentas y tranquilas, lo que provocó su extinción, en el XVIII, cuando ya apenas se veían, el último ejemplar localizado data de 1901 en Orio, Guipuzcoa. Tuvieron bastante peso entorno a la alta edad media y moderna, Rinlo (más conocido por su de cetárea, con viveros de centollo y langosta a partir de 1904) y Morás, u otros pero en menor medida como Foz, Burela, Celeiro… así como los vecinos asturianos, Puerto de Vega, Luarca y Tapia.

Bares, puerto natural en el norte de iberia

Bares (Mañón) es un puerto de actividad milenaria, con un coído natural, mencionado por griegos, pero además en su playa se estableció un factoría-villae romana de de salazón y garum, una especie kepchup de la época realizado con tripas de pescado maceradas, debajo de su arena aparecieron mosaicos del esplendor de entonces, o monedas de los siglo II y III a.c de Gades, Abdera y Sex, que datan los yacimientos. En 916 el rey Ordoño II, dona este puerto, su parque de ostras y pesqueras al Obispo Sabarico.

En cuanto a las ballenas destaca en Estaca, el primer documento del que se tiene constancia, la llegada de un arponero, un tal Domingo de Zarautz en 1586. Le seguirán muchísimos años de actividad, hasta que en 1943, los hermanos Plácido y Manuel Méndez, apenas unos adolescentes dan caza a un ejemplar que siempre arribaba a las playas, un tiburón peregrino similar al tiburón ballena, al que llamarán los locales “Peixorro”. Solían ir en grupos de 4 o 5 juntos, el más grande registrado fue de 7,20 metros de largo y 2,02 de cola. Duraría esta nueva etapa hasta 1955 cuando dejaron de llegar en cantidad y la industria se desinteresó. Nos describen estos datos a través de un trabajo de Evaristo Alfaya. El proceso de trabajo consistía en descuartizar con cuchillos, afilados en la misma piel áspera, para sacar sus hígados que cocían en agua, sacando el aceite que flotaba. Un ejemplar daba para 3 bidones, unos 700 litros, muy rentable ya que se pagaba a 15 pesetas litro, o el bidón llegó a las 3000/4000 pesetas, su destino era Celeiro o Cariño. La carne sin embargo se vendía a bajo precio y los desperdicios se usaban como abono en las huertas.

Costillas de Ballena en la entrada al consultorio médico de Cao Riguera. / Familia Cociña Castro.

Museo Provincial do Mar San Cibrao. / ALS.

 

San Cibrao, navegando entre islas 

Otro de nuestros núcleos marinos más antiguos es San Cibrao (Cervo), una península e islotes, que fue conocida como Islas San Cyprianus. Un puente de arena, playa banda a banda, separado en medio del mar lo que fue un castro prehistórico, el de Atalaya, lo que nos hace reflexionar sobre la vinculación de este pueblo con el mar, era un mundo acuático. Sobre las ballenas, sabemos que su apogeo fue en los siglos XIII al XVII, entonces se daba muerte aproximadamente a 30 cetáceos por campaña. Tenemos referencias escritas, en 1527 del vasco Juan de Chaves, patrón del San Nicolás, o 20 años después en 1547 un litigio con el obispo que reclamaba el diezmo de las batidas para la Real Fábrica de la Catedral de Mondoñedo, mencionado a los puertos antedichos de Bares, Burela y San Cibrao. Casi un siglo después en 1641 creaba el mismo Deán, una sociedad con Alonso López y Antonio Ramos (patrono del hospital de San Andrés por vía testamentaria de su cuñado Juan Álvarez de Pedrosa). Pasará más adelante de ser el puerto de la Realaes Fábricas de Sargadelos.

Morás, refugio portuario, el último bastión de la caza de cachalotes

En Xove, concretamente en el abrigo entrante de Morás, existió bastante movimiento pesquero y naval, que perdura aun hoy con flota de bajura, conocemos hasta un pecio de finales del siglo XV, principios del XVI, cargado de mercancías hundido en su costa. También muchos buceadores se sorprenden de la cantidad de huesos de Ballena que aparecen, no es para menos, pues allí estuvo una de las últimas y más modernas factorías de Europa. Fue tan potente este negocio, que en los años 70 era la principal fuente de exportación de España a Japón. Morás (Xove) es junto a Caneliñas (Cee) o Punta Balea (Cangas), la referencia nacional en el sector en el siglo XX.

Gaspar Massó compra a bajo precio al Banco de Crédito Industrial en Cádiz, los balleneros Antoñito Vera y Carrumeiro, con derechos de pesca incluidos. En 1965 Massó Hermanos S.A, montará una instalación de despiece, procesado de carne y aceites en Xove, con un barco clave el Cabo Morás. Tiempo andando en 1971 se fusionará con Industria Ballenera S.A. conocida con el acrónimo de IBSA, cesará los trabajos en 1976 pasando la propiedad, de más de una hectárea, un años después a Alumina-Aluminio. Conocemos algunos nombres como el del encargado Manuel Diaz Oca o el marinero Tomás Ben Losada, que nos legaron información sobre este oficio, pero también hay que destacar el duro trabajo en las naves de la mujeres de zona.

El fin de la sangría marítima

Los primeros siglos, sabemos que fueron clave para el desarrollo local, pero no contamos con datos del número de individuos cazados. Sabemos que hubo un parón posterior de casi tres siglos, hasta que los noruegos se instalan en Galicia a principios del XX, en esta etapa entre 1924-1927 se calcula darán muerte a 4000 cetáceos. La parte más estudiada que tenemos es de la década entre 1965 y 75, se enumeran: 6.337 cachalotes, 4.686 rorcuales comunes, 291 rorcuales norteños, 17 ballenas azules y 2 yubartas.

Todo va a cambiar a partir de 1946 cuando se creó la Comisión Ballenera Internacional. En torno a 1970 se toma a este animal como símbolo o bandera del ecologismo a nivel global, cala una concienciación social en todo el planeta, en parte por la reducción masiva de esta familia. No es hasta los años 80 que llegan aquí las primera reivindicaciones serias, un 27 de Abril del inicio de la década, hunden en Marín los barcos IBSA I y II, por medio de un atentado de Sea Sheperd Conservation Society, fundada por Paul Watson ex miembro de Greenpeace, que creía en fórmulas más agresivas para la defensa de la naturaleza. Posteriormente algunos gallegos formarán parte de estos procesos reivindicativos como Estanislao Fernández de la Cigoña, Antonio Piñeiro Segade o Penas Patiño. Aunque es en 1986 cuando la CBI prohíbe definitivamente la caza.

En la actualidad, algunas comunidades por motivos, científicos, culturales o de tradición la siguen practicando anualmente. Algunos con más respeto que otros. Los inuit de Groenlandia por ejemplo pueden coger 30 pero se bastan con una, mientras que Noruega captura casi 1000 de ellas, en la Isla Feroe 950 calderones ilegalmente. En Islandia capturan sobre 250 rorcuales albinos y comunes. Japón sigue con Taiji, donde acorrala delfines. Y Rusia permite a la región de Chukotka hacerse con 3 o 5. Sea como fuera hay que cortar esta lacra, que tiñe las aguas de rojo y dolor, una masacre que ensangrienta los mares.

Chapa de Ballenera Massó Morás, ALS, Colección Particular.

Chapa de ballenera Massó Morás. / ALS, colección particular.

Avistamientos actuales, acercamiento y varadas en nuestras costas

En Galicia han pasado casi 40 años y la población aún no se ha recuperado. Las ballenas tienen una memoria colosal, se transmiten conductas o conocimientos, escapan de sitios donde han sufrido. Están regresando en la actualidad, entre la península Ibérica e Islandia, migran cerca de 58.000 cetáceos.

En los últimos años se observa una aparición masiva de orcas en varios puntos del litoral. Sabemos de una Ballena Azul Cerca de Ons en 2017 o en 2021 frente Islas Cíes no muy común verlas por su lejanía a la costa, aunque se calcula que pasan 500 al año. En la misma zona en 2020 de 14 rorcuales comunes en manada. En San Cibrao (Cervo) por ejemplo en 2016 aparece una ballena de 15 metros y 30 toneladas frente al Faro, en su playa de O Torno en 2019 ronda un ejemplar de ballena joroba (muerta 3 días después), o en 2020 Fernando Fra Rico avista cachalotes frente a los Farillóns. Son muchas las fallecidas o heridas. Un problema legal supuso deshacerse en 1995 de una ballena que apareció en Viveiro. En 2011 se consigue devolver al mar un ejemplar varado en la playa de Coto (Barreiros). El mismo año otra en O Cantiño (Burela). O 22 calderones, toda una manada en Bares (Mañón) en 2013, dejando una estampa, triste, desoladora propia de una cacería polar. En 2019 encontraron un ejemplar muerto en la Playa de Xuncos (Foz). En 2020 apareció un rorcual común en la llamada ensenada de Cova do Pan enfrente a la isla Coelleira. En 2021 en la Playa de Serantes (Tapia) de 13 metros, pero 2 años antes en el mismo municipio una de 22m encallada en la Cala de Figo, Salave.

No hay año que tengamos una noticia agridulce. También decenas de delfines terminan en nuestros arenales, no es extraño darse un paseo en invierno y encontrar uno. Una desgracia que se está estudiando, no se sabe si acontecen estos sucesos por el cambio climático o la contaminación de la aguas. Pero están siendo investigadas por el “Bottlenose Dolphin Research Institute” (BDRI), ubicado en O Grove, o desde la “Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños” (Cemma), que realizan un trabajo admirable.

Las ballenas levantan pasiones y emociones, tal vez porque tienen el corazón más grande del planeta, del tamaño de 10 humanos, o porque su conducta se revela bondadosa y protectora. Son la navegante gigante y vigilante de la Mar Océana... 

¡A Mariña, que es más agua que tierra, llora su ausencia, ojalá regresen a casa! @mundiario

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