María Dolores Fernández Galiño, Valedora do Pobo de Galicia

María Dolores Fernández Galiño. / Mundiario
María Dolores Fernández Galiño. / Mundiario
Esperemos que en el futuro el pecado original de su elección bipartidista no impida a los grupos que no la apoyaron evaluar su labor con la equidistancia que emana de la rectitud de criterio.
María Dolores Fernández Galiño, Valedora do Pobo de Galicia

Ojalá su designación bipartidista no invalide a la Valedora do Pobo en Galicia. Para una parte de la oposición quedó muy claro: no les disgusta la candidata –María Dolores Fernández Galiño–, ni por su perfil, que parece el idóneo, ni por los propósitos que enunció ante sus señorías; con lo que no están de acuerdo los grupos minoritarios del Parlamento gallego es con que PP y PSOE, como Juan Palomo, se guisen y se coman la elección de la nueva Valedora do Pobo. Se quejan de que el "bipartidismo dominante", como en otras ocasiones, les dejó totalmente al margen del proceso de búsqueda de la persona que habría de sustituir a la dimitida Milagros Otero. Por ello, la candidata no contará con la unanimidad que tal vez habría conseguido si los partidos mayoritarios hubieran hecho partícipe de su propuesta a un sector del hemiciclo que representa a centenares de miles de gallegos. 

Es verdad que la suma de escaños de populares y socialistas supera los tres quintos de mayoría reforzada que requiere el nombramiento de la Valedora. Que no necesitan a En Marea, ni al Benegá ni al Grupo Mixto para sacar adelante la candidatura de María Dolores Fernández Galiño, hasta ahora magistrada de la Audiencia Provincial de A Coruña. Ahora bien, es probable que se haya desperdiciado una oportunidad de oro para alcanzar un amplio consenso que prestigie una institución estatutaria, todavía bastante desconocida para los ciudadanos de a pie, y que quedó muy tocada en su reputación pública por las peripecias que provocaron la dimisión de la anterior comisionada. 

Los valedores o valedoras han sido siempre juristas de reconocido prestigio: o jueces o profesores de Derecho. En esto también somos sitio distinto. En Galicia nunca hemos recurrido a un político veterano y en trance de salida de la vida pública, algo que sí hicieron las Cortes Generales o las cámaras de otras comunidades para cubrir la plaza de "ombudsman" o Defensor del Pueblo. Aunque la causa última sea la imposibilidad de ponerse de acuerdo ni siquiera los grupos mayoritarios en la figura de alguien que estuvo vinculado a unas siglas, es obvio que en el fondo se menoscaba aún más el prestigio de la política, al tiempo se refuerza la idea de que la adscripción a un partido marca para siempre a las personas y su ideología, sea la que sea, les impide tener criterio propio o actuar con neutralidad cuando asumen una función arbitral como la "valedoría".

Lo que sería muy injusto es que el no haber sido validada por toda la Cámara invalidara a la Valedora. Y es que, siguiendo con el juego de palabras, no están en discusión ni su validez ni su valía. Lo que ocurre es que en la política partidista vale casi todo, empezando por el regate corto o por la necesidad de marcar distancias, aunque solo arguyendo causas formales, con decisiones que en el fondo se comparten. Aún así, podría considerarse todo un avance que la señora Fernández Galiño no tenga que emplear en defender su idoneidad una parte del tiempo que debe dedicar a "valer" a los gallegos ante las administraciones que no siempre les trata como debieran. Esperemos que en el futuro el pecado original de su elección bipartidista no impida a los grupos que no la apoyaron evaluar su labor con la equidistancia que emana de la rectitud de criterio. @mundiario

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