La mafia gallega del narcotráfico trabaja para los contrabandistas de heroína

Elementos utilizados para el consumo de drogas. / Pixabay
Elementos utilizados para el consumo de drogas. / Pixabay

La traen desde Afganistán hasta Portugal y supone el 95% del consumo en Galicia. Lo que destrozó a varias generaciones de jóvenes fue precisamente la heroína, convertida en billete sin retorno para el club de viajeros desesperados, con circuitos y clanes propios.

La mafia gallega del narcotráfico trabaja para los contrabandistas de heroína

Decir que el tráfico de drogas es un grave problema resulta redundante, pero necesario y más cuando hoy viene de la mano de una violencia sin límites porque además de atentar contra la salud y la vida, pone en peligro la seguridad nacional. Con el impacto de “Fariña”, la novela televisada que está acaparando audiencias, el narcotráfico se ha puesto de moda otra vez aunque nunca dejó de realizarse. En ella se habla del tabaco “rubio de batea”, de hachís y de cocaína, pero lo que verdaderamente destrozó a varias generaciones de jóvenes desairados, fue la secuela farmacológica de la morfina convertida en billete sin retorno para el club de viajeros desesperados: la heroína, que se movió por circuitos y clanes propios y vuelve con fuerza. Más del 95% de la heroína incautada en España —y en Galicia— procede de Afganistán y llega a través de Turquía.

Galicia es ahora final de la ruta que fijaron los nuevos y brutales traficantes albano-kosovares. Va de Oriente a Occidente y nos convierte en paso necesario hacia el sur lusitano, pero antes fuimos el comienzo de otros caminos que se abrían desde el mar y por carretera hacia el interior de la península y del continente. Una mirada geo estratégica lo percibe fácilmente: somos el territorio más excéntrico de Eurasia, con Vladivostok en el estremo opuesto. O se entra o se sale, y sólo nosotros, indígenas y propietarios, establecemos aquí nuestra base más o menos permanente desde la que llevamos siglos moviéndonos por todo el planeta.

El cártel gallego de la droga se ha reconvertido y modernizado

La estructura que nació en los primeros años 80 produjo la profesionalización de expertos con reconocimiento internacional, equiparable a colombianos y marroquíes, con la garantía de eficacia que demandan los nuevos señores de la droga que llega del Este. Hay un repunte del consumo que se vio primero en Estados Unidos, donde las muertes por esta causa se han cuadruplicado en los últimos cinco años. Trump anuncia pena de muerte para el tráfico que ocupa a la segunda gran mafia criminal en el mundo, tras las armas y la esclavitud sexual.

El Afaganistán libre de Cascos Azules se ha convertido en la primera productora de la sustancia básica para la heroína, el opio. La droga es abundante, el precio ha bajado y la demanda aumenta. Más del 95% de la heroína incautada en España y Galicia procede de Afganistán y llega a través de Turquía. El negocio cuenta con diferentes versiones de los productos, varias rutas alternativas y suficientes puntos de acceso o escape como para despistar a las fuerzas del orden. En Pontevedra se han realizado las mayores incautauciones de este estupefaciente y se han desmontado varios laboratorios para su procesamiento.

Los mercaderes expertos que en los 80 traían la cocaína per loca maritima desde América Central y del Sur, siguen en contacto con los herederos de los héroes televisivos que todavía controlan las rutas de distribución y transporte que ahora precisan los capos búlgaros y albaneses para realizar una actividad más difícil de detectar hoy, más rentable económicamente y con más apoyos de los cárteles que la dominan. “Nuestros” narcos están al día con sus penas cumplidas, mucha experiencia y la agenda actualizada con las nuevas malas compañías hechas en prisión. El negocio es goloso: por un gramo se pagan hasta 30 euros y por un kilo, ya mezclado, entre 50.000 y 100.000 euros. Las muertes por sobredosis aumentan al tiempo que lo hace el consumo.

Resulta escandaloso que este asunto no sea un elemento central del debate público

Además del repunte de la heroína, el contrabando de cocaína nunca cesó y sigue dando figuras notables para la historia del tráfico de estupefacientes. Esta semana santa, la gallega Tania Varela, fue detenida en Cataluña por delitos contra la salud pública, blanqueo de capitales y presunta autoría de tráfico de cocaína. Fue condenada a siete años de prisión en 2014. Desde entonces era fugitiva y tras su detención tendrá que pagar multas solidarias de 318 millones de euros.

El pasado nunca se fue y el presente nos trae su recuerdo con figuras como la de la joven abogada vinculada con los mismos clanes de nombre sonoro que protagonizan la serie Fariña. Ella es una de nuestras más recientes “heroínas” aunque los delitos por los que ahora cumple condena tienen que ver con el polvo blanco que se parece a la materia prima con que en esta tierra solemos hacer filloas.

Resulta escandaloso que este asunto no sea un elemento central del debate público y que apenas se encuentre en la agenda política de nuestro país, que tiene un papel importante en la comercialización y consumo de sustancias prohibidas y letales. @mundiario

 

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