La industria gallega productora de alimentos respondió a las necesidades del mercado

Conservas. / Mundiario
Conservas. / Mundiario

En cambio se observan carencias tanto en la política industrial del Estado como en la de la Xunta de Galicia.

La industria gallega productora de alimentos respondió a las necesidades del mercado

Pandemia y pescado*. La perspectiva económica de la pesca suele analizarse desde el ámbito de la actividad productiva en tanto que captura-extracción, acuicultura, procesado/transformación,...en todas sus facetas económico técnicas, es decir, desde una óptica empresarial, organizativa, institucional y/o social. Sin embargo, es menos frecuente que observemos el resultado económico y social de la fase final –destino último– del proceso productivo que englobamos en la definición económica de pesca y que no es otro que surtir el mercado final de bienes-alimento.

Las difíciles condiciones de desarrollo productivo de 2020 y 2021 han puesto de manifiesto, han revelado de forma nítida, el papel esencial de la producción de alimentos. En concreto, de producción de proximidad con acceso garantizado y disponibidad cierta.

Ha quedado en evidencia que en economía, en el momento actual, caracterizado por el dominio de las relaciones de mercado entendidas como disponibilidad financiera, el acceso a los alimentos que garanticen dominio de recursos para el propio mercado, va más allá, de los sagrados resultados financieros.

La producción de alimentos

Sin necesidad de recurrir al concepto de soberanía alimentaria no se ha puesto en duda en ningún ámbito de decisión política el carácter de esencial –más allá de estratégico– de la producción de alimentos.  Esta ocasión nos permite, dadas las evidencias constatadas socialmente, discutir la necesidad de un trato distinto por parte de los prescriptores de la política económica industrial.

La Unión Europea (UE) ha sufrido un shock profundo por la sorpresa de la epidemia y por encontrarse inerme en una guerra desconocida: sin armas, sin fortalezas, sin medicamentos e incluso sin bienes tan simples –tecnológicamente hablando– como mascarillas.

La capacidad de reacción no ha sido inmediata y las soluciones aportadas se asomaron gracias a la disponibilidad industrial propia de cada Estado.  Ciertamente esa capacidad de reacción es una función directa de la fortaleza industrial de cada país miembro, así como de la vitalidad y robustez de su política económica industrial previa a la pandemia. Y, en esta ocasión, la industria de pesca gallega ha dado muestras evidentes de su capacidad en todos los sentidos: reacción inmediata, cumplimiento de protocolos sanitarios mas allá de lo requerido, capacidad de suministro, es decir, respuesta solvente en momentos de crisis aguda.

Respuestas a las necesidades del mercado

La industria gallega que produce alimentos ha sido capaz de responder a las necesidades del mercado español con total solvencia. El problema que se presenta para encarar el futuro es que que la política industrial del Estado español es inexistente. E, infelizmente, la de la Xunta también, a pesar de disponer de competencias plenas.

No hay política económica en el sentido neto del concepto económico porque no existen planes, ni directrices, ni objetivos marcados por un órgano institucional/gubernamental que dictamine a corto, medio y largo plazo lo que se debe hacer en industria, como se deben emplear los fondos públicos con ese destino y finalmente, pero no menos importante, como se debe legislar para ordenar- con la ley en la mano- las condiciones en que se desarrolla la actividad productiva industrial. Ha quedado en evidencia que no existe una planificación industrial. En este momento crítico es necesaria una política de recuperación,un plan industrial diseñado para garantizar permanencia de la estructura existente y válida y conseguir crecimiento económico con futuro.

Next Generation EU

La ocasión es única: nunca hubo una crisis en tiempos actuales con una disponibilidad financiera de 140.000 millones de euros (fondos Next Generation EU) y tampoco hemos podido observar con tanta evidencia una política industrial de triage o de carrera de competición entre gigantes de cualquier sector, y lo que es peor, sin valorar el grado de incardinación en el tejido productivo previo o con necesidad de ser restañado.

La UE no responde de la estructura industrial de cada Estado miembro ni de la aplicación sensata y exitosa de sus directrices, ni tampoco del buen uso de los fondos disponibles.

El adelgazamiento del tejido industrial propio en sectores básicos ha quedado en evidencia en esta pandemia y también ha sido totalmente visualizador da la importancia de nuestra industria de la pesca: gracias a la producción gallega de alimentos, las actividades económicas vinculadas han sido non solo el sostén del empleo sino también la garantía de suministros de alimentos proteínicos indispensables para el mercado interior y para la exportación.


* Este artículo ha sido redactado originalmente en gallego.

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