El grupo municipal socialista de A Coruña necesita recomponerse

Juan Díaz Villoslada. / Cadena Ser
Juan Díaz Villoslada. / Cadena Ser
A la lamentable pérdida para el gobierno municipal de Villoslada, se suman recriminaciones y advertencias sufridas por dos concejalas del grupo de gobierno.
El grupo municipal socialista de A Coruña necesita recomponerse

Creí, y sigo creyendo, en las ideas que el nuevo secretario general del Partido Socialista de Galicia, Valentín González Formoso, expresó en la entrevista que le hice y que apareció en MUNDIARIO el pasado 16 de enero. Y, basado en esa creencia, esperaba que las rencillas internas dentro del PSdeG se daban por liquidadas.

Pero esa creencia viene ahora acompañada de una gran preocupación, cuando van llegando noticias de actuaciones poco edificantes en el seno del grupo socialista en el Ayuntamiento de A Coruña, que ha recogido también MUNDIARIO (y no, por supuesto, de mi mano), y en las que, para colmo parece que anda implicado nada menos que el secretario de organización del propio PSdeG.

Leí esas noticias cuando andaba empezando a preparar un artículo en el que me preguntaba qué podría estar ocurriendo en el seno de dicho grupo municipal para que una persona que tengo no sólo por valiosa, profesional y políticamente, sino por ecuánime y serena, se haya visto obligada a dimitir. Me refiero a Juan Díaz Villoslada.

Cuando se celebraron en el PSdeG las primarias que ganó la coalición de facto de Gonzalo Caballero y Xoaquín Fernández Leiceaga, entrevisté a los tres candidatos en unas largas conversaciones que me dieron para conocer muchos rasgos de cada persona, así como sus posibilidades y capacidades para el ejercicio de la política. Un ejercicio que –por más cosas que veamos– cuando es de verdad político siempre es noble. Ahí conocí a Juan Díaz Villoslada.

Llevo haciendo trabajo político desde el 25 de noviembre de 1965 (nunca he disimulado mi edad, ni mis convicciones*), y entre muchas cosas que he aprendido en ese recorrido está el discernir entre los políticos “por oficio”, los políticos “por oportunismos”, y los que se atreven a pensar. Que es lo mismo que decir que se atreven a innovar, e incluso a equivocarse.

En la larga conversación que mantuve con Juan Díaz Villoslada lo primero que aprecié de él fue que era capaz de pensar en voz alta: que es un gesto de libertad y de honradez. Dos virtudes que siempre he valorado mucho en los políticos que las tienen. Más adelante, según fui conociéndolo un poco más, descubrí que también poseía la virtud de la lealtad, una enorme capacidad de trabajo, y que pecaba de modestia: que es, a su vez, uno de los pecados que más valoro en un político.

De su mano conocí a la candidata Inés Rey, en quien puse muchas esperanzas, porque me gustó su estilo fresco y directo. Algo que –acompañado de su juventud– podía propiciarle una fecunda andadura política, y proporcionar a la ciudad de A Coruña una alcaldesa con libertad y capacidad para cautivar a los coruñeses con el sueño de una estrategia de ciudad que tiene por delante asuntos de envergadura para ensanchar su propio horizonte. Siempre he creído que la tarea más importante de una alcaldesa o alcalde es la de hacer que sus ciudadanos lleguen a soñar con el presente y futuro de su ciudad, y a identificarse con dicho sueño.

No ejercer esa tarea, o no lograr que los ciudadanos se identifiquen con un proyecto que les movilice y les proporcione el sano “orgullo de ciudad”, tiene un nombre: fracaso. Y entraña la pesada opción de convertir la gestión municipal en un aburrido y estéril vericueto de burocráticos actos administrativos. Y esa deriva tiende a realimentarse a sí misma, formando una barrera entre al gobierno municipal de turno y la comunidad de ciudadanos. Incluso aunque tal deriva vaya adornada de fotos sonrientes, besos a niños y achuchones a ancianos.

Personalmente (aunque soy ciudadano reciente de A Coruña, pero me considero ciudadano del mundo), la dimisión de Juan Díaz Villoslada la considero una importante pérdida para el gobierno de la ciudad. Porque en conversaciones con él, desde el principio de la constitución de dicho gobierno, pude conocer sus preocupaciones y objetivos sobre diversos temas estratégicos para A Coruña –y que entraban en el ámbito de sus competencias–, entre los cuales estaban la solución al problema del transporte metropolitano (que en el caso de A Coruña no puede ser más urbano), o en el futuro urbanístico, cultural y social de los terrenos del puerto. Dos temas estratégicos donde los haya.

Y me inclino a pensar en su dimisión, no como en un abandono personal, sino como en la consecuencia de que sus aportaciones estratégicas no han sido capaces de calar en las políticas del gobierno municipal. Políticas, por otra parte, que no veo que logren romper el techo de la rutina de una gestión más o menos bien llevada.

Y me gustaría que, desde el gobierno municipal, y desde la propia dirección del PSdeG –y no solamente a nivel local, porque A Coruña no deja de ser una de las joyas de la corona de Galicia– se reflexionara serenamente sobre estos hechos. Reflexión que necesitan tanto la ciudad como el propio partido de los socialistas: y sigo ateniéndome a lo que yo mismo escuché, y reproduje, de una serena conversación con el secretario general de dicho partido.

Esta serena reflexión se ve atropellada por recriminaciones y advertencias sufridas por dos concejalas. Informaciones que vienen subrayadas por un vídeo donde esa Inés Rey en la que yo había depositado grandes esperanzas muestra ciertos rasgos autoritarios y displicentes

Pero esta serena reflexión se ve atropellada por las informaciones acerca de recriminaciones y advertencias –parece que fuera de un tono democrático y de compañerismo– sufridas por dos concejalas del grupo de gobierno. Informaciones que de algún modo vienen subrayadas por un vídeo sobre un pasaje del subsiguiente pleno municipal, donde esa Inés Rey en la que yo había depositado grandes esperanzas aparece mostrando ciertos rasgos autoritarios y displicentes que en nada casan con la imagen que me había hecho de ella, ni con la imagen que considero que debe dar públicamente cualquier regidor, y cualquier militante, socialista.

No estoy tomando partido por ninguna bandería, sino por la obligada racionalidad y objetividad, que dictan el evitar lamentables espectáculos públicos, y el convertir incluso las diferencias que pueda haber en la búsqueda conjunta de alternativas más enriquecedoras a través del ejercicio del diálogo. Siempre contrario a cualquier imposición autoritaria, que para lo único que sirve es para generar tensión, propiciar rupturas y fomentar tenebrosos juegos de poder. Aquello de “si quieres conocer a fulanillo, dale un carguillo”.

Hay tiempo (un año por delante antes de las próximas elecciones) para recomponer las cosas, para rectificar deslices y para retomar el camino de apuntar a unas estrategias de Ciudad –y lo escribo con mayúsculas–, que ayuden a que los ciudadanos identifiquen el socialismo con una tarea noble y social de hacer política desde la convivencia, y de trabajar por soluciones de presente y de futuro que enriquezcan a la comunidad con alternativas sociales y con proyectos de largo recorrido. Y eso, aunque se haya producido la lamentable pérdida para el gobierno municipal de alguien como Juan Díaz Villoslada. @mundiario


* José Luís Martin Palacín, socialista.

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